Podemos dejar que haga siempre lo que quiera para que sea un caballo “feliz”, para ello le podemos dejar suelto en el campo y no interactuar con ellos.
Pero si no es ese el caso, si queremos interactuar con ellos, cuidarlos y protegerlos, no podemos dejar que hagan siempre lo que quieran. Sí se les puede dejar hacer cosas, pero dentro de unos límites que tenemos que establecer nosotros y nadie más.
Cuando conocemos a una persona y le damos libre acceso a hacer un poco lo que quiera en nuestra relación con ellos, sin poner ningún tipo de límites, pueden pasar dos cosas:
Que la persona sea educada y sabe donde están los límites de los demás y tiene en cuenta nuestro espacio personal. Aquí estaremos hablando de una educación general.
Que no tenga en cuenta los límites de los demás y empiece a ganar terreno. Y creo que todos sabemos por donde estoy yendo. No hace falta poner ejemplos. Esa persona, si no se le ponen límites, acaba por quitarnos todo lo que tenemos si le dejamos.
En ambos casos, nosotros estamos actuando de forma equivocada.
En el primer caso, por mucha educación que tenga la otra persona, no nos conoce. Y la única forma de conocernos es que de vez en cuando le dejemos entender lo que sí y lo que no nos gusta que haga cuando estamos juntos. Nadie es adivino y nadie ha nacido para complacer a otra persona, por mucha educación que se tenga. La relación puede ir a peor sólo porque uno no comunica lo suficiente sobre lo que sí y lo que no permite. Y puede haber malentendidos constantes por culpa de ello. Sintamos la diferencia entre: “Si si, estás en tu casa, soy tu amigo, haz lo que quieras.” O, “Sí si, estás en tu casa, soy tu amigo, pero esto no me gusta, y esto prefiero que no lo toques, etc”.
En el segundo caso, estamos lidiando con una persona que además de no haber aprendido los límites, está acostumbrado a conseguir lo que quiere de personas que no ponen límites. No hay confianza. Hay abuso. Y si no le paramos los pies a tiempo podemos estar metidos en un problema grande. Es mejor no hacer cosas serias con estas personas o si lo hacemos, ponerlas en orden a la mínima que veamos que están ganando terreno. (Por experiencia, cuando se ponen en orden, se apartan y se van a intentar ganar terreno con otras personas.)
Volvamos a los caballos, que aunque sigo siendo alumna en la equitación, de las personas tengo aún mucho más que aprender 😊
Un caballo al que tenemos educado que sabe lo que sí y lo que no puede hacer en términos generales, no tendrá ningún problema si le dejamos que coma aquí o allá en un paseo relajado. O le damos comida de la mano. O dejamos que se mueva un poco cuando nos subimos de vez en cuando, o dejamos que se tumbe cuando no toca, etc. Siempre y cuando, se le recuerden las normas de convivencia cuando sea necesario. Generalmente con un gesto sutil ya han entendido que por allí pueden o no pueden ir.
¿Por qué?
Porque estos caballos saben perfectamente que a la mínima que se les llama la atención para seguir trabajando o atendiendo, lo harán sin poner más problemas. Son los caballos con educación. Y de vez en cuando hay que recordar: “Sí sí, soy tu amigo, pero espera, esto no te lo permito.” Generalmente son caballos seguros de sí mismos, no sufren de ansiedad, son atentos y de espíritu relajado.
Los caballos que no han aprendido límites no son caballos con confianza en sí mismos cuando están entre humanos. Les dejamos hacer un poco lo que quieren y al ratito ya no aceptan que les llamemos la atención, hay que “tirar constantemente de ellos” para que nos atiendan, nunca están de acuerdo con una orden firme y a la mínima que nos despistamos nos han ganado terreno y nos tenemos que poner más firmes y serios. Suelen ser caballos inseguros, atentos a todo menos a nosotros, suelen tener querencia y tienen tendencia a resistirse a las peticiones. Estos caballos muchas veces también son causadores de problemas cuando vamos en grupo con otros caballos y cuando están sueltos con otros pueden ser los problemáticos del grupo.
Espero que esto ayude a reflexionar un poco sobre lo que hacemos con nuestros caballos.
Si aún no te has descargado la Guía con 15 Normas Esenciales de Educación Equina, puedes hacerlo en el siguiente formulario. Después de la guía recibirás una serie de Clases-correos especialmente para ti que eres de los nuestros, que te equivocas a caballo y quieres aprender más. Te ayudarán a mejorar la comunicación con tu caballo en el día a día practiques la disciplina que practiques:
Mientras trabajamos los caballos no
siempre están de acuerdo con lo que se les pide. No es por fastidiarnos ni es a
propósito, simplemente están siendo caballos y tienen otras cosas que su
instinto les dice que son más importantes. Claro que cuanto mejor educados
están, menos resisten y, por lo tanto, mayor es nuestra responsabilidad para
que no dejen de ser caballos. Sólo deben colaborar en el trabajo como caballos,
ni como personas ni como máquinas.
Cuando no están de acuerdo podemos
simplemente darles dos tirones o dos patadas para que atiendan, pero cuando nos
preocupamos por tener una comunicación y queremos resultados a largo plazo,
vemos que ellos nos hacen saber su estado de tensión mediante diferentes
señales.
El bostezo es una de ellas. En este caso,
este caballo en particular, cuando era entero y fue de mano en mano, una de las
cosas que hacía precisamente en esta bajada, era salir corriendo para entrar en
el picadero donde había una yegua que debía cubrir. Estas y muchas otras cosas
han hecho que se acostumbrase a no respetar a quien está de la mano con él.
Como no es el único caballo con esta mala costumbre es un buen ejemplo.
Equiconsejo: No es aconsejable que un principiante o a alguien con poca experiencia trabaje o quiera educar a caballos con muchas malas costumbres. Primero debemos aprender nosotros y luego aprender a enseñar al caballo de forma correcta y corregirle cuando haga falta. Para un principiante es siempre mejor un caballo que no tenga malas costumbres y no haya aprendido a ganar al jinete. Claro que por falta de experiencia, el caballo puede ganar algunas malas costumbres y debe aconsejarse siempre con un profesional de calidad para que le mantenga el caballo educado y le enseñe a educar a su caballo mientras trabaja con él. Cuanto mejor sea el carácter y la educación de base del caballo, menos problemas dará.
Aquí, en el vídeo de donde hemos sacado esta imagen estamos demostrando cómo funciona la educación previa a una situación de conflicto durante una de las clases del curso on-line. En este caso, el caballo tiene un poco de exceso de energía (que es una de las situaciones en puede salir todo lo malo que han aprendido a lo largo de los años) y voy a llevarlo a un campo de hierba que él ya anticipa. No es un gran conflicto ni nada espectacular porque no es la idea, queremos ver ejemplos que ocurren en nuestro día a día para que puedas identificarte con ellos.
Yo siempre suelo hacer un pequeño test a los caballos cuando los llevo de la mano, forma parte de los ejercicios de diagnóstico que suelo indicar para conocer un poco más sobre la relación caballo-jinete: es simplemente parar. Parar para ver su paciencia, su naturaleza, el nivel de educación, su estado de estrés, atención, etc, En este caso, como lo noté un poco tenso, paré para ver su reacción y a los pocos segundos, al ver que no íbamos a avanzar, bostezó. Liberó tensión y al mismo tiempo, a mí me sirvió para indicar que estaba tenso pero que estaba en proceso de relajarse, no estaba demasiado de acuerdo porque si lo estuviese, no bostezaría. Se relajaría, bajaría la cara, masticaría y todo él se relajaría.
Equiatención: Todas las señales que debemos aprender a detectar vienen acompañadas de una energía que el caballo emana hacia nosotros o hacia el ambiente. Cualquier estado de tensión por nuestra parte nos dificultará el acceso a ese tipo de energía (que es realmente la que comunica con nosotros mucho antes de la gestual o verbal). Muchas veces, creemos que estamos tranquilos pero nuestro lenguaje corporal, nuestra intención y energía le dice otra cosa al caballo. Ellos no engañan;). Del mismo modo que el caballo «lee» la energía de nuestros gestos y la interpreta de una forma absolutamente increíble, nosotros debemos también aprender su lenguaje observándolos, aprendiendo y estando entre caballos.
En esta foto no se aprecia bien, es mejor en los vídeos y mejor aún en
vivo. Pero hay que empezar a tenerla en cuenta. Solo así acabaremos por
sentirla en el momento.
Junto con otros pequeños gestos, concluyo
que el caballo está tenso, no está demasiado de acuerdo con que yo me pare y él
tenga que hacerlo también pues así se lo he enseñado y sabe que, si no responde
a mis ayudas, hay consecuencias incómodas para él. Y cuando digo consecuencias,
no digo palizas ni nada parecido. Consecuencias son límites que un caballo
puede o no puede rebasar. Topes. Lo pondré incómodo si los rebasa. Le
llamaremos educación.
Esta señal me pone en un estado de alerta para el resto del camino puesto que la falta de ganas de colaborar indica que su tensión se va acumulando y que a cualquier despiste por mi parte o conforme el campo de hierba sea más y más cercano para él, más impaciente se pondrá. En estos casos es importante que el caballo tenga una educación previa para que le pueda hacer recordatorios durante el camino de que estoy ahí y que debe respetar mi integridad física en todo momento. Sin estrés. pero sin despiste. No es peligroso ni tiene por qué ir mal, pero, si estamos trabajando y vemos esta señal es bueno mantener al caballo en orden en todo momento y ver cómo podemos acabar de liberar esa tensión que parece que está acumulada. Si está con exceso de energía, quizás es un buen momento para quitarle ese exceso, soltándolo primero y trabajándolo un poco en libertad.
Si quieres ver como funciona el lenguaje equino durante el trabajo diario con nosotros, con un montón de ejemplos, clases, conceptos y ejercicios, prueba uno de los siguientes cursos online en los que estaré ahí para echarte una mano con tu caballo:
Un caballo que retrota cuando va con otros caballos y no lo hace cuando va solo por el campo, claramente nos indica que no está tranquilo con otros caballos.
Retrotar cuando va con otros, en el fondo es un buen
momento. Bueno, en el mismo momento reconozco que no es para nada agradable,
principalmente porque ir montados en un caballo que retrota sin poder
solucionarlo puede llegar a revelar nuestro peor carácter (ese que solemos
guardar y sólo aparece en las ocasiones de estrés).
“Los problemas nos hacen tomar
decisiones”
Digo que es un buen momento porque es un momento en el que
hay que decidir sobre la equitación que estamos practicando, y cuando digo
equitación no digo montarnos encima de un caballo e irnos a pasear. La
equitación trata de equilibrar tanto física como mentalmente a un binomio: son
dos seres, de los cuales, uno es irracional. Y muchas veces el otro
también…pero se supone que estamos trabajando en ello y nuestros caballos son
de gran ayuda para practicar nuestra “paz interior” como le llaman algunos.
Como seguramente ya habrás visto (y a veces experimentado),
durante los momentos de estrés y conflicto sale todo lo malo que hemos
aprendido a lo largo de la vida y no hemos aprendido a dominar, disipar o
dirigir, y para los caballos no es diferente. Es en los conflictos donde vemos qué
debemos mejorar y qué estamos haciendo mal, ya sea con nosotros mismos o con
nuestros caballos. No en ese mismo momento porque la situación está en
caliente, pero una vez ha pasado la tormenta, volvemos a la calma y es momento
de reflexionar.
Una de las formas de intentar disipar nuestro estrés cuando
vamos con otros caballos, suele ser echar la culpa a los demás, porque, claro, “los demás están aquí para complacernos”
pero nos equivocamos. Nosotros somos los
únicos responsables de cómo se porta nuestro caballo. ¿Que los demás pueden
hacerlo mejor? Sí. Claro. Y para complacernos deberían ser perfectos.
¿Pero quién educa a nuestro caballo? ¿Y quién elige salir
con otros caballos (y jinetes) cuando el nuestro no está preparado para hacerlo
(o nosotros)? ¿Es nuestro caballo diferente y nunca será capaz de andar con
otros sin retrotar o ponerse nervioso?
No. Para nada. Pero tenemos que estar dispuestos a seguir un
proceso de educación con nuestro caballo.
“En momentos de conflicto no se
educa a los caballos. Se educa antes.”
Los momentos de conflicto son una especie de prueba para ver
si hemos hecho bien o mal los deberes y en caso de que no estén bien hechos, es
un buen momento para probarnos a nosotros mismos que somos capaces de mantener
la calma y la educación, con nuestro caballo y con los demás.
Es el momento de hacer un paso atrás y dejar de hacer lo que
nos apetece (en este caso pasear tranquilamente con amigos) y volver a la base
de la educación del caballo. Si tenemos sitio para hacerlo allí mismo, en la
situación de conflicto bien, si no, habrá que irse a casa a hacer deberes.
Y si no tenemos tiempo, no nos apetece, “ya sabemos montar a
caballo, que ya lo hacemos desde hace muchos años” o no es nuestra prioridad,
no nos podemos quejar de que retrote cuando vayamos con otros caballos.
Parece duro que lo diga así, pero no lo veo de otra forma. Si
hay más estímulos que interfieren en su educación, la cosa es más difícil pero no
imposible; tardamos más tiempo en lograr resultados y hay que ir recordándole
que estamos ahí. Cuando van con nosotros siguen nuestras normas y es nuestra
responsabilidad explicárselas y que vean las consecuencias cuando las rebasan:
Pero siempre que las rebasen, no una vez sí y otra no.
Yaaaaa…lo sé….
“¿Quién dijo que la educación era
simple?”
Ni es algo inmediato y ni se consigue dándole a unos botones.
Y ahora vamos a la solución para ti que nos lees (y que si
has llegado hasta aquí seguro que lo haces porque ya te has dado cuenta de que
algo tiene que cambiar para solucionar el problema 😉)
No voy a entrar en áreas que no son mías, presupongo que el
caballo está bien cuidado de cascos, tiene los dientes hechos, lleva equipo que
no le daña y está sano de miembros y dorso. Caso contrario, un buen
veterinario, un buen herrador y/o un buen fisio seguro que puede ayudar.
En primer lugar, debes cuidar tu
asiento. De verdad, no es ninguna broma.
Si vamos con las piernas sueltas, el peso atrás en la montura y agarrados a la boca del caballo, nunca seremos capaces de tranquilizar al caballo, simplemente porque le estamos haciendo daño. Lo hemos hablado en el post anterior.
Y me preguntarás: ¿Pero
porqué cuando va solo y voy igualmente sentado no lo hace y con otros caballos sí?
Pues porque para él es un momento de conflicto y en esos momentos el caballo se
mueve más, empeora nuestro asiento y lo empeoramos todo.
Soluciones que yo te puedo dar desde aquí:
Periódicamente doy cursos de corrección de errores de asiento y aplicación de ayudas, se me da bien trabajar el asiento de los jinetes y acoplarlo a sus caballos y su forma de ser. Hago cursos en grupos de mínimo 6 personas y si así lo quieres voy a casas particulares para trabajar de una forma intensiva el asiento si ese es realmente el problema. Dos días trabajando en tu asiento mañana y tarde, más los deberes que pongo para ir haciendo cuando no estoy, dan mucho de sí, se mejora muchísimo y en pocas sesiones nos vamos librando de un problema que, si no se trata, nos molestará para siempre en todo lo que hagamos con nuestro caballo. Claro que todo tiene su coste y su organización, pero piensa, ¿Cuánto dinero has gastado en esto, ¿cuántos años llevas en esto y tus piernas y tus manos aún no responden como te gustaría? Y muchas veces el tiempo necesario para cambiar las cosas es mucho menos del que te imaginas. A continuación una playlist de vídeos con resúmenes de lo que vamos aprendiendo en los cursos (puedes verlo cuando termines de leer el post ;)):
En segundo lugar, debes cuidar la
educación que tiene tu caballo pie a tierra.
Y tampoco es ninguna broma.
Pie a tierra, ya sea a distancia o del ramal, podemos poner normas simples de convivencia y mientras les estamos enseñando esas normas establecemos una comunicación no verbal que el caballo entiende.
En primer lugar, le dejamos claro que quien pone las normas somos nosotros y mientras lo hacemos, le pedimos su atención completa porque sin ella no aprende nada. Una vez tenemos su atención, le damos la posibilidad de elegir lo que va a hacer dentro de unos límites: Lo que no debe hacer tiene consecuencias incómodas, mientras que lo que le permitimos hacer le ayuda a obtener nuestra relajación después de haber puesto unos límites mediante la presión. Este proceso, a su vez, hace que desactivemos la parte reactiva de su cerebro y lo pongamos a trabajar para encontrar soluciones. Es decir, lo estamos dirigiendo para que trabaje su autocontrol.
La costumbre de desconectar la parte reactiva de su cerebro mientras está con nosotros, hará que en momentos de conflicto nos preste más atención puesto que sabe que buscaremos la forma de que se sienta cómodo y no incómodo.
Trabajar de esta forma con nuestro caballo hará que trabajemos nuestro autocontrol también y conozcamos mucho mejor las reacciones de nuestro caballo aprendiendo a anticiparlas.
El trabajo pie a tierra hará que el caballo flexibilice su cuerpo, por poner un ejemplo, el simple hecho de pedirle que vaya hacia atrás: hace que cargue el peso sobre los posteriores, redondee el dorso y levante la espalda. Cuando hace todo eso y además lo hace relajándose al mismo tiempo, obtendremos una descontracción de la nuca y la mandíbula. ¡Cuántas veces hemos escuchado sobre la importancia de lo que acabo de escribir cuando estamos montados!
En tercer lugar, debes cuidar del
exceso de energía de tu caballo
Ya hemos hablado mucho sobre esto en este blog, no hace
falta mencionar que ir a pasear una vez por semana y el resto de los días tener
al caballo en box, no vale. Por mucho que no tengamos tiempo, no podamos
más…eso no vale. Por lo menos deben estar sueltos todos los días. Y no es que
no puedan comer (como me malinterpretan algunos), es que hay que equilibrar lo
que come el caballo con el trabajo real que hace todos los días.
Eso hay que decidirlo junto con el veterinario. Y no vale
engañar al veterinario. Si le decimos que hacemos doma clásica expliquémosle
qué trabajo hacemos. Es diferente un buen calentamiento, trabajo de trote con
ejercicios de diferentes niveles y el caballo ser capaz de galopar un cuarto de
hora seguido con pequeños descansos, ejercicios, paradas, cesiones,
alargamientos etc, que puede ser en total entre 25 y 40 minutos de trabajo, que hacer 20 minutos de paso, un poco de trote “cochinero” un galopito de vez en
cuando, unos círculos y un pequeño paseíto de la mano para terminar, aunque
hayamos tardado en total una hora y media.
Lo mismo para los paseos, hay que ser realista. Pensemos: ¿mis
paseos por el campo tienen sólo cuestas, largas o cortas, pero cuestas y algunas
fuertes?, ¿son rectas, voy siempre al paso, hago un poquito de trote y una
galopadita, y lo demás paso?, ¿o lo troto durante un cuarto de hora seguido, le
doy unos galopes de uno a dos minutos seguidos en cuestas ligeras y el trabajo
es intensivo? ¿Hago paseos al paso de una hora o de tres?
Los caballos necesitan descargar sus energías y no siempre el trabajo de pista o el paseíto por el campo se ocupa de esto. Y los hay que casi todos los días necesitarían dar unas patadas al aire para soltarse y para soltar energía que le sobra.
Desfogar a nuestro caballo por el campo a galope tendido no
es solución. Muchos caballos se calientan por el campo y más de cabeza, cuanto
más corren más se calientan, más sudan y más se estresan. Esa no suele ser
buena solución. El exceso de energía debe ser gestionado junto con unos puntos
de educación para que se establezca una comunicación antes de montarse uno en
el caballo.
El trabajo en libertad suele ocuparse de este problema,
tener al caballo suelto no siempre es suficiente, si llueve no suelen correr
para no resbalar y las energías se acumulan, aunque estén sueltos todo el día,
así que proporcionarle un trozo de terreno diferente en el que le pidamos
cuatro cosas para ver cómo está de receptivo y si sabemos hacerlo podemos hacer
el trabajo en libertad completo es ¡muy buena idea!
En cuarto lugar, debes cuidar de tu
trabajo montado.
Saber cambiar de dirección, parar, arrancar, hacer un paso
atrás, hacer un círculo, pedir galope, venir a más y a menos sin tirar de la
boca del caballo y utilizando un proceso que el caballo es capaz de entender
para cada cosa, es tan importante para pasear como para darse un recorrido a
1,60 o correr un gran premio de doma, vaquera o clásica.
En esto puedo ayudarte también, pero primero hay que ver cómo está el caballo de energía, como vas de tu asiento, y qué atención tiene tu caballo hacia ti y hacia tus ayudas 😉 No suelo empezar el trabajo del caballo hasta que no vea que tu asiento lo permite, la energía del caballo es la adecuada y la atención hacia ti es razonable y gestionable.
Y en último lugar, el consejo: el
nivel de conflicto debe ser acorde al nivel de trabajo que llevas hecho con tu
caballo.
Claro que hace falta tener alguna experiencia para aplicar
esto. Pero me imagino que, o tienes gente con más experiencia alrededor, o
llevas algunos años en esto porque si no, no te aconsejo que te pongas a
enseñar a tu caballo algo en medio de un conflicto. Se lo deberías pedir a un
profesional o mandarlo a alguien que pueda trabajar esto durante unos meses por
ti. Eso tiene también sus costes y después hay que mantener el trabajo, pero te
quitará un peso de encima y evitará accidentes innecesarios.
Es mejor ir introduciendo un caballo de cada vez durante los paseos. Sobre todo, al principio. Recuerda que es el momento de probar el trabajo que has estado haciendo con tu caballo, puede que el problema haya desaparecido por completo y ni hayas tenido que trabajar el problema de forma específica ninguna vez (suele ocurrir cuando tengo al caballo en trabajo unos meses), pero si no es el caso, prueba primero con otro caballo. Si va bien intenta que el otro caballo se aleje y vuelva, que pase cerca de ti trotando y mientras tanto lo pones a hacer serpentinas, círculos pequeños o pequeños ejercicios que lo tranquilicen y mantengan su atención en ti. Siempre que se relaje, debes dejar de hacer las serpentinas, dejar que ande tranquilamente hacia delante y el otro caballo debe relajarse y dejar de provocar conflicto Una vez puedas hacer de todo con otro caballo haciendo cosas al lado, delante y detrás, introduces un segundo caballo. Para caballos que llevan muchos años retrotando cada vez que hay más caballos, el círculo puede ser difícil de quebrar, pero hay que buscar un punto de partida: primero un caballo a lo lejos, luego cerca, dos caballos, etc..
La cuestión aquí es que el caballo debe acostumbrarse a
relajarse en momentos de estrés y para ello el estrés debe entrar gradualmente.
Nunca hay que dejar que el caballo pierda el control sobre sí mismo. Ahí es
donde ayudamos nosotros.
Cuando el caballo se da cuenta de que es capaz de relajarse
y está acostumbrado al proceso de estrés-relajación y lo domina, el problema
habrá desaparecido por completo ya que habrá ganado confianza tanto en el
jinete como en sí mismo y estará atento a lo que hace el jinete antes de
estresarse: si el jinete se relaja, el también lo hará.
Para terminar, decirte que nada de esto te ayudará si no entiendes los conceptos fundamentales del LENGUAJE EQUINO y cómo aplicarlo en tu día a día. Yo puedo darte ejercicios para hacer, pero si no sabes cómo pedir las cosas de forma que cualquier caballo, tenga la edad que tenga, sea de la raza que sea y tenga la educación que tenga, te entienda, no irás lejos. Y éste es sólo un concepto fundamental de los muchos que aprenderás a poner en práctica en el curso online, viendo las clases, respondiendo a preguntas clave, aprendiendo con ejemplos mientras aplicamos los conceptos a diferentes tipos de caballo y vamos comentando.
El curso tiene más de 230 comentarios a los que respondo particularmente o con un vídeo para todos los cursantes. No es un curso que está hecho deprisa y corriendo «porque ahora todo tiene que ser online», está hecho con todo el cariño, editado después de muchos años recopilando detalles, vídeos, imágenes tomadas desde 2013 con el propósito de ilustrar todos estos conceptos que parece que muchos jinetes buenos aplican en su día a día sin pensar pero el aficionado no siempre sabe ponerle nombre, cómo se aplican y más importante, cómo se explican al caballo de forma que su fiel amigo entienda.
Si no has visto la primera y segunda parte pincha aquí: Parte I, Parte II
En este post hablaremos sobre caballos que retrotan cuando van hacia casa. Esto se encuadra directamente el grupo de caballos que va en tensión psicológica, física y muscular, así que intentemos ver cual es nuestro problema en concreto con nuestro caballo.
De pequeña tenía una yegua árabe que, si
hacíamos excursiones de 5 horas, la ida era maravillosa pero la vuelta era
retrotando. Era tan desesperante que llegué a bajarme e ir 3 horas a pie de
vuelta para no tener que ir encima de una “coctelera” hasta llegar a casa. Así
al menos ella retrotaba pero yo iba a pie. Si en su momento hubiese sabido lo
que sé hoy, hubiese sido todo mucho más fácil…
En primer
lugar, debemos evitar los “últimos galopes” cuando estamos en las “últimas
rectas” de llegada a casa. Es algo de sentido común, si aprenden que en esa
última recta hacemos una galopada grande, ya sea solos o con otros compañeros,
cada vez que nos acerquemos a esa última recta, el retrote será casi
inevitable. Por supuesto si nuestro caballo está perfectamente puesto, atento a nosotros en todo momento,
equilibrado a nivel muscular y a nivel emocional, podemos
galopar donde nos apetezca que el caballo no dará ningún tipo de problemas, no
se me malinterprete. Pero desde el momento en que el caballo retrota en la
vuelta a casa, es porque alguna de las condiciones descritas arriba no están
siendo tratadas. No nos engañemos.
¿Por qué no recomiendo galopar en dirección a casa?
Hay muchas razones que hacen que un caballo
tenga prisa por llegar a casa:
lleva un jinete encima que no va bien sentado y ya lleva horas descoordinado con el equilibrio del caballo, o porque va sentado encima de la parte más sensible de su dorso (con el peso atrás) y ya no puede aguantarlo más
porque va tirando de su boca sin querer
porque sabe que cuando llega a casa tiene la comida preparada
porque está estresado de estar entre otros caballos. No está acostumbrado y quiere librarse de esa tensión lo más rápido posible
porque no está en forma, no tiene el dorso musculado y un largo etc.
Debemos tener en cuenta que para
nosotros puede ser un paseo lo más agradable porque no somos nosotros los que
andamos, nos llevan y vamos viendo el paisaje, pero si nuestro asiento no es
correcto, no llevamos la embocadura y silla adecuada, nuestras ayudas son un
desastre y nuestro peso está en el sitio equivocado del caballo, para el animal
es una tortura tener que aguantarnos durante nuestras egoístas horas de paseo y
en cuanto el caballo siente que la dirección es hacia casa, quizás no ve el
momento de llegar.
Si cuando retrota, le tiramos de las
riendas, además de todo esto, le provocamos dolor en la boca…un motivo más para,
a lo mejor, dejar de retrotar e irse hacia arriba o botarse para ver si se
libra del de arriba de una vez.
¿Quieres sentirte caballo por un momento?
Como ejercicio final podemos intentar subir unas escaleras con un saco de patatas y en vez de redondear la espalda e ir un poco curvados hacia delante, echémonos hacia atrás y subamos igual las escaleras, a ver si somos capaces. Una sensación parecida tiene el caballo cuando nos lleva de paseo y vamos mal sentados. ¡Y el saco de patatas no nos tira de la boca!
Si montamos a caballo debemos tener claro que esto es un trabajo de equipo: Ellos nos llevan y nosotros tenemos la obligación de asumir la responsabilidad de aprender a llevar nuestro equilibrio bien a caballo, de aplicar las ayudas de forma correcta, de asegurarnos que nuestro caballo trabaja lo que come, de no dejar al caballo parado en un box más de 23 horas seguidas para luego sacarlos de paseo durante horas, de herrarle correctamente y a tiempo, de llevar un equipo que se ajuste al caballo, de muscular a los animales de forma correcta y equilibrarlos emocionalmente. Si no asumimos esta responsabilidad, o por lo menos hacer por querer aprender, por favor, comprémonos una bicicleta a motor que también nos lleva de paseo.
Si crees que puedes tener un asiento que no favorezca al caballo, lo más justo para el caballo es que descubras qué puedes mejorar para poder facilitar el trabajo al caballo. Yo te puedo ayudar. Tenemos un servicio de comentar vídeos en el que tú me mandas un vídeo, yo te comento lo que veo de asiento y te doy unas indicaciones para que apliques y trabajes. Estoy acostumbrada a hacer esto a distancia, no es nada nuevo para mi y si veo que no puedo ayudarte desde aquí, te lo diré ;). Pincha aquí para saber como funciona.
¿Qué podemos hacer si realmente estamos bien a caballo y seguimos con el
problema del retrote hacia casa?
Hagamos salidas muy cortas para trabajar
esto. Vayámonos hasta el sitio donde, si damos la vuelta empieza a retrotar y
dejemos un poco de heno o zanahorias allí. Que no sea muy lejos porque tenemos
trabajo por delante y la idea no es dejar al caballo exhausto. La idea es que aprenda algo.
Justo a la salida de casa trabajemos a
nuestro caballo en unos ochos pequeños al paso (el caballo debe estar sano y se
supone que ya lo hemos calentado a la cuerda o en libertad) durante el tiempo
suficiente, que se dé cuenta de que está trabajando.
Vayamos hacia el sitio donde hemos dejado
las zanahorias. Demos la vuelta y dejemos que el caballo vaya hacia casa al
trote (sin perder el control).
En casa, trabajemos al
caballo en círculos pequeños o en ochos durante unos segundos.
Salgamos de casa otra vez para luego dar la
vuelta y dirigirnos hacia casa al trote si él quiere.
Llegando a casa volvamos a trabajar al
caballo en ochos durante unos segundos (esta vez al trote corto), ochos
pequeños para que sienta que le cuesta algún esfuerzo estar en casa.
Y volvamos a irnos.
Cuando hayamos repetido unas cuantas veces, nos daremos cuenta de que el caballo no tiene ya tantas ganas de ir hacia casa. Es ahora cuando viene lo importante, en cuanto sentimos tranquilidad al volver a casa, daremos unos pasos y volveremos al sitio reservado para darle las zanahorias. Nos bajamos del caballo, le aflojamos la cincha y descansamos un ratito allí. Le dejamos comer hierba, las zanahorias y le mimamos un rato. Luego nos vamos a casa, lo dejamos atado durante un rato después de la ducha y lo soltamos un poco. Al día siguiente, repetimos la sesión, pero ya más lejos. En este caso, no le demos de comer justo al llegar a casa, tendrá que pasar un buen rato hasta que coma para que deje de asociar la ida hacia casa a la comida.
Una vez sintamos que ha
desaparecido el problema, hay que dejar de hacer el ejercicio para que después
no sea algo perjudicial y empiece a defenderse para no ir hacia casa. Es
importante que utilicemos el sentido común cuando estamos corrigiendo ciertos
problemas. A partir de aquí, sabiendo que el caballo ha tenido este problema, durante
nuestros paseos, parémonos algunas veces, bajémonos del caballo, dejemos que
coman un poco de hierba, si hace falta nos llevamos una cabezada de cuadra y un
libro y nos sentamos en el prado un rato mientras el caballo se relaja también.
De esta forma evitaremos que tenga prisa para volver a casa. Siempre que surja
el problema de querer ir rápido a casa, hagamos un proceso parecido adaptado a
la sensibilidad y forma física de cada caballo hasta que desaparezca el
problema.
El retrote significa siempre que el caballo
no está cómodo con la situación y debemos cambiarla. Una cosa es el pequeño
retrote cuando estamos pidiendo un ejercicio como por ejemplo poner el pie
debajo mientras incurvamos al caballo, que le está costando y otra cosa es el
retrote constante, cuando se juntan toda una serie de factores estresantes para
el caballo para los que no le hemos preparado previamente.
En el post siguiente hablaremos
del caballo que retrota porque va en tensión mientras va con otros caballos pero
cuando va solo, va bien.
En la serie de vídeos sobre el caballo que va nervioso por el campo, te doy una serie de trucos y herramientas que puedes utilizar para relajar al caballo: