¿Cuando y cómo empieza la «doma» de un potro?

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This entry is part 5 of 6 in the series Gestión del espacio entre el caballo y nosotros

Es muy frecuente recibir este tipo de preguntas, ya que se suele entender como «doma» el hecho de empezar a montar al caballo. Y, además, también existe la idea de que, con un potro, todo empieza a los 3 años.

Quiero adaptar este post a la realidad que tenemos y no a lo que debería de ser, porque en realidad, antes de los tres años hay mucho tiempo para dar a un potro la educación de base que necesita, que debería empezar al nacer, cuando aún es pequeño y de relativo fácil manejo, algo que nos facilita mucho la enseñanza de las normas de la relación humano-caballo. Claro que el tiempo invertido no es el mismo que cuando tiene 3 años, trabajar 20 minutos a un potro de unos días sería una tontería, pero unos minutitos cada varios días para empezar a enseñarle cosas como:

  • el control sobre su grupa, su espalda, cuello y cabeza,
  • la presión-relajación,
  • las consecuencias de una respuesta negativa
  • las consecuencias de una respuesta positiva por su parte (siempre adaptado a la edad y sensibilidad del animal)
  • el respeto por el espacio y que aprenda a atendernos a nosotros en lugar de estar pendiente de todo lo que le rodea en todo momento que estemos junto a él (adaptado a la edad también)

Este trabajo hará que a los tres años todo esté claro y montarlo sea mucho más fácil, y que el tamaño que tenga a esa edad ya no sea un obstáculo para nuestra integridad física.

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La realidad de la mayoría es que no hay ese tiempo o estructura de negocio para dedicar unos minutos todos los días al recién nacido (sobre todo si han nacido varios), y a los tres años como mucho saben ramalear. Es por eso por lo que cuando se venden, se les lleva con un serretón para que no sean tan “brutos” de trato. Estas cosas son fáciles de solucionar, aunque para muchos es un trabajo desconocido y para otros es innecesario “porque se ha hecho así toda la vida”. Una pena porque este trabajo da resultados a largo plazo.

Voy a intentar simplificar las cosas e intentar reducirlo en pocas palabras:

  • Cualquier caballo debe atendernos en todo momento mientras estemos compartiendo el espacio con él. Si no, corremos peligro.
  • NO es diferente con un potro.
  • Esta es la base de la educación para poderlo montar después minimizando los riesgos inherentes a este deporte.

El trabajo de educación bien hecho funciona y quienes han visto mi trabajo con los potros o reeducando caballos lo pueden confirmar:

  • Dejan de morder
  • Dejan de atropellar
  • Dejan de asustarse de todo con reacciones imprevisibles cuando sabemos tener su atención constante
  • Se relajan y disipan tensiones negativas emocionales en momentos de conflicto.

Es precisamente por esta razón que suelo empezar los cursos con el trabajo de un caballo en libertad y si el caballo está con exceso de energía mejor (mejor para la demostración porque cuando están fuertes de energía harán lo posible para demostrarme la fuerza que tienen e impresionarme con ella), para demostrar realmente que lo que hago funciona. Logro su atención constante sin ponerle un dedo encima. Y esto es una prueba de que comunicando bien el lenguaje no verbal con los caballos las cosas funcionan.

Los caballos que dan más problemas son aquellos caballos enteros a los que no se les ha educado desde muy pequeños y están, de alguna forma, frustrados con su situación. Es decir, no salen lo suficiente, comen más de lo que trabajan, no tienen las normas de educación claras con el ser humano, no cubren, etc. Esta frustración puede acabar en muchos comportamientos, agresión, ganas de cubrir todo lo que se encuentra, relinchos histéricos a toda hora, agresividad con otros caballos, imprevisibilidad cuando se acercan otros caballos o se trabaja entre otros, etc. Reeducar este tipo de caballos es bastante más difícil. No es imposible, pero es muy difícil captar su atención de una forma positiva debido a su frustración y exceso de energía que no siempre eliminamos trabajando. En este caso más vale castrarlos cuanto antes y seguir con la educación de base antes de montarlos.

¿Por qué digo reeducar si todavía no le hemos domado?

Digo reeducar porque muchos potros a los tres años, cuando supuestamente se les empieza a «domar» como lo entienden muchos, ya no se les doma, se les reeduca. Porque si han tenido contacto con el humano antes de los tres años y no se les ha establecido las normas mediante el respeto y confianza que se merecen ya están condicionados a tener ciertos comportamientos con el ser humano que no tendrían con su madre o los animales adultos de la manada si estuviera en libertad por decirlo de una manera. Algunos ya se han llevado sus «palos» del ser humano y otros simplemente nos tratan como si fuéramos otro potro de la manada con quien juega y mide fuerzas para mostrarle lo que vale.

Espero que haya quedado un poco más claro el concepto de «domar potros» para quienes tengan dudas sobre ello. Es importante también mencionar que no todo el mundo es capaz de educar potros y si lo que se desea es disfrutar de la equitación unas veces por semana, no recomiendo comprar/adoptar un potro ni un caballo inestable debido a malos tratos o abandono, ya que requerirá de un trabajo adicional que no siempre se le puede proporcionar. Y si lo hacemos, hay que asegurarse de contar con el apoyo de alguien que tenga experiencia y sepa cómo tratar la situación en cada momento, de otro modo es sólo cuestión de tiempo que nos hagamos daño.

Si ya has empezado a ramalear el potro, o quieres re-educar a algún caballo a que te atienda y respete del ramal, te recomiendo este curso online que puedes hacer a cualquier hora y a tu ritmo:

(Si no has hecho el curso Cómo utilizar el LENGUAJE EQUINO en el día a día, recomiendo que lo hagas antes, no es obligatorio pero te aclarará muchas dudas que puedas estar teniendo si tienes un potro o caballo falto de educación). Si ya lo has hecho, entra en la última clase para obtener el código de descuento para el curso de la imagen 😉

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Al caballo no le gusta que le digan que NO

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Durante un ejercicio pie a tierra que le llamo «Eh, estoy aquí, atiéndeme» con un caballo desatento o atento a algo que no sea a nosotros, como por ejemplo a la comida (y en los cursos explicamos la importancia de que nos atiendan, como hacerlo, etc. En un post necesitaríamos muchas páginas :)), se nos ocurre una duda: Si le decimos que no puede comer la zanahoria (aunque sea con la intensidad adecuada a la sensibilidad del caballo y mediante un paso a paso) puede ocurrir que al caballo no le gusta demasiado…

Dejemos claro que no estamos hablando de caballos que se están muriendo de hambre, y comen bien todos los días, se trata de un ejercicio de establecer normas de convivencia, no de privarle de comida, que parece que escucho desde aquí a alguno pensando 😉

A nadie le gusta que le digan que NO a algo que está haciendo». Y seguiría con: A mi hijo tampoco le gusta demasiado que le quite el móvil cuando ya le he dicho tres veces que lo guarde. Es que no le va a gustar absolutamente nada. Pero si me arrugo porque se enfada, o me da pena porque se pone triste a llorar es cuando lo que le estoy pidiendo o impidiendo daña más de lo que educa. Porque hay emociones mezcladas y porque no tenemos claro que pasadas tres veces de decir que guarde el móvil, es más que suficiente para que efectivamente, guarde el móvil.

Lo mismo pasa con el caballo. Hasta que no tenemos perfectamente claro que él podrá comer su zanahoria después de habernos atendido y esperado tranquilamente para que se la demos, sin que nos la exija, se ponga impaciente o muestre señales negativas para nuestra relación, mezclaremos todas las emociones y más.

Y si muestra señales negativas algo más dominantes y nos enfadamos (es posible ser muy exigentes sin enfadarnos, aunque a veces pueda parecer que no) y, o nos frustramos o sentimos decepción por su comportamiento, vamos a lo mismo. No estamos educando y a veces hasta maltratando. De la misma forma que les decimos a nuestros hijos que NO por su bien y por su formación como persona y aprenda que existen consecuencias para sus acciones (sin juzgar ni dejar de quererles), los caballos tienen que seguir siendo caballos aunque estén en ambiente doméstico. Entre ellos tienen las normas muy claras y si no las tienen, algún superior se las dejará claras.

Vemos pruebas de que funciona todos los días:

Cuando le decimos tres veces que no a un caballo, o le limitamos alguna acción para que descubra por sí sólo lo que sí puede hacer mientras está con nosotros, se enfadará a la primera, reaccionará mal a la segunda, pero a la tercera o cuarta, se relaja. Se tranquiliza. Se pone más sereno y más atento. Y si eso le supone relajación y premio por nuestra parte, cada vez buscará más esa forma de estar, para obtener esa reacción relajada de nuestra parte. Más tarde, la sensación de auto-control durante momentos de conflicto dejará al caballo menos ansioso y listo para colaborar con nosotros. A eso le llamo educación Equina.

Y, apelando de nuevo a las reacciones instintivas del niño, cuando le quitamos el móvil a un niño porque le hemos dicho tres veces que lo guarde y se vaya a hacer otra cosa, se enfadará, hará berrinches, hará lo que tenga que hacer para sacar la frustración, pero a los diez minutos habrá buscado algo que le guste hacer y acabará entretenido con cosas que a lo mejor, ni él sabía que era capaz de hacer. Y con el tiempo veremos que es capaz de dejar el móvil por sí sólo para ir a hacer otra cosa. Cuanto más tardamos en poner orden, más largos se hacen los berrinches. Con los caballos pasa lo mismo.

Con este post, lo que pretendo decir es que el momento de empezar a educar es: ¡Ayer!

La guía de normas que regalamos a quien suscribe no es, desde luego para caballos que ya están educados, nos respetan y nos atienden en todo momento porque en ese caso da un poco lo mismo lo que hagas con el caballo que ya lo sabrás poner en orden en cualquier momento que sea necesario. Pero si tienes un caballo que no respeta tu espacio, debes empezar por saber qué normas debes tener claras primero para luego aprender el paso a paso y ponérselas claras a él.

La verdad es que todos queremos caballos a los que les podemos dar de comer de la mano, dejar que coman hierba mientras los llevamos de paseo, dejar que hagan un poco lo que quieran dentro de determinados límites sin que nos hagan daño y sin que cada vez pidan más de nosotros, pero antes, hay que educarlos para ello.

Claro que para todas las normas descritas en la guía que regalamos es recomendable que sepamos disipar de forma correcta los momentos de tensión que surgen en el caballo cuando le pedimos cosas que, en verdad, no está demasiado dispuesto a hacer.

En el clínic pasado aprendimos a gestionar nuestras emociones enfocándonos a pedir cosas a nuestros caballos (ya que es difícil estar ocupados con dos cosas al mismo tiempo) y mientras enfocábamos nuestra atención en nuestro caballo, nuestras emociones se iban manteniendo bajo control.

En el curso siguiente, hablaremos de cómo gestionar la tensión de nuestros caballos cuando les queremos pedir algo y no están atentos y/o tensos por la razón que sea. Puedes ver aquí las fechas.

Si estás interesado, por favor mándanos un mensaje o deja tu comentario en este post y te mandaremos la información una vez estén definidas las condiciones y todo el programa. Recuerda que las plazas con caballo son limitadas;)

Si no tienes la guía con 15 Normas Esenciales de Educación Equina suscríbete:

Cuando la rienda interior cumple su función en vez de tirar hacia atrás…

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This entry is part 17 of 18 in the series "Cómo no hacer" en equitación

Una vez que lo descubrimos…nos pasa algo parecido a cuando descubrimos la rienda exterior 🙂

Poco a poco, a lo largo de las clases vamos descubriendo cosas nuevas. Cosas que ya nos habían dicho, seguro, pero en la equitación, hasta que no las sentimos y las asociamos a algo que ya entendemos no hay cambios, no hay mejoras. La verdad es que las palabras no enseñan…las sensaciones dejan lecciones de por vida.

Aunque luego no lo sintamos siempre, con sentir una vez lo que hay que sentir, ya sabemos lo que hay que buscar.

Hablemos de la rienda interior

En este caso, cuando tiramos de la rienda interior, o «jugamos» con ella de forma que el caballo se cierre y no vuelva a abrirse (creo que quien lo hace me entenderá) no estamos dejando claro al caballo lo que queremos de él. De ahí vienen muchas faltas de entendimiento, muchos dolores de boca, mucho caballo detrás de la mano con miedo a la mano y con miedo a equivocarse, mucho dorso hundido y mucho caballo que se va hacia arriba cuando ya la tensión es insoportable y hay demasiada confusión como para seguir hacia delante.

¿Le podemos luego quitar la embocadura para no hacerle daño? Si si, claro, es legítimo aunque peligroso si el caballo no está educado para eso y está educado a estar sometido y detrás de la mano con miedo a ella…cuando de repente se entere de que no lleva ahí nada que le duela…Al no estar educado y estar reprimido y frustrado lo primero que hará será huir. ¿Parece lógico, no?

Es más práctico aprender a funcionar con la mano para poder educar a nuestro caballo, para poder darle indicaciones claras y precisas de cómo y dónde queremos que ponga los pies y las manos. Aunque lleva su tiempo. Desde luego. No es de un día para otro, pero con poco que vayamos descubriendo de cada vez, evolucionamos muy rápido y son cosas que nos quedan para el «largo plazo». Verdaderamente útil.

Tiramos de la rienda interior hacia nosotros y …

Veamos lo que ocurre cuando tiramos de la rienda hacia nuestra tripa y hacia atrás. (Es muy posible que te suene, pues es un fallo muy común).

Primero veamos el resultado y la actitud del caballo. En la primera imagen vemos un equilibrio falso y un estiramiento de cuello falso. En la segunda, vemos un buen equilibrio, el caballo parece que se lleva sólo sobre el pie y la sensación que da, cuando le vayamos a avanzar la mano para que siga el filete hacia abajo, es que hará un estiramiento mucho más sano de la musculatura del dorso. Será luego, mucho más fácil de recoger y volver a «subir la nuca» que en la primera foto donde encoge el cuello. En la primera imagen también tenemos la sensación de que hay mucho peso sobre la mano izquierda del caballo, en la segunda imagen nos da la sensación de que ese peso es ligero sobre esa mano porque lo lleva más sobre el pie. Eso hace que el dorso parezca automáticamente más fuerte.

Aquí en la primera imagen vemos cómo funciona la mano pero la pierna no está, tendemos a querer controlar mucho lo que pasa delante olvidándonos de lo que hay detrás. En la imagen de abajo, estamos limitando el movimiento con la mano sin dejar que los pies trabajen, eso hace que los levante y no los ponga hacia delante si no, o hacia arriba, o hacia los lados. El caballo se ve incómodo. En la última imagen vemos la que hemos visto antes. Tiende a ponerse detrás de la mano por no entender realmente qué es lo que queremos.

Aquí en la tercera imagen vemos cómo, después de entender cómo funciona de verdad y sentirlo en el movimiento del caballo (lo hemos exagerado un poco mientras estábamos demostrando), el caballo está atento a lo que se le dice, no está tenso, la espalda se puede mover lateralmente y el pie está buscando el mejor sitio para colocarse. Fluye mejor el movimiento y está claramente dirigido hacia donde queremos que vaya. En la imagen de abajo vemos el resultado, el peso carga atrás, el pie está en buen sitio, el dorso está redondo y el cuello está en posición natural consecuencia de lo que está pasando atrás. Si en este momento avanzásemos la mano para que estirase el cuello, el caballo seguiría la mano hacia abajo manteniendo un contacto confiando en nuestra actitud. Eso es un gran logro.

¿Sueles cometer ese error con la mano? Deja tu comentario 😉