Seguro que has tenido alguna vez entre manos un caballo que no se está quieto en la ducha o atado. Anda de un lado a otro, empieza a relinchar o a escarbar el suelo, va dando cabezazos, se gira de repente para ver todo lo que le rodea, etc etc etc.
Lo peor que puedes hacer en esta situación es ponerte nervioso. No es lo primero que se nos ocurre pero la gestión de nuestros nervios es crucial si quieres ayudarle. Si has leído el libro habrás entendido ya que, dependiendo de esa gestión, nuestra relación con los caballos será fantástica o un auténtico desastre.
Te diré un secreto para cuando te sientas nervioso: ¡no le hables!
¿Chocante verdad? Porque siempre hemos escuchado que debemos «hablarle al caballo»…Pero hay momentos en que hablarle al caballo es nefasto para nuestra comunicación.
Exacto. La voz transmite una energía que nosotros no vemos. El sonido es vibración. Y esa vibración acompañada de una energía negativa como el nerviosismo delata nuestro estado de ánimo para quien sabe escuchar. Y los caballos son «escuchadores profesionales» porque saben estar y comunicar en silencio.
Dicen que la voz es el sonido del alma. Y si nuestra alma está nerviosa cerca de un caballo que también está nervioso, la voz pasa a ser un instrumento que impide la confianza del caballo. Es más, lo vuelve más inseguro.
Te diría que hables con él sólo cuando estuvieras muy muy seguro de cómo le debes decir las cosas cuando él se pone nervioso. Y te garantizo que el caballo no miente. Si sigue nervioso cuando le hables con lo que tú crees que es una voz tranquila, es porque no lo es tanto. Y si es tranquila, no está siendo efectiva. Y como consecuencia de ello, no sirve lo que estás haciendo o estás empeorando la situación.
Y además, con los años que llevo en esto, te aseguro que el caballo nervioso prefiere que le digas las cosas en un lenguaje que él entienda, no en el nuestro que se sirve de palabras (o palabrotas si los nervios nos llevan a ellas).
Muy bien. Como ves, no solo te he dado UN Equierror que solemos cometer sino además un bonus:
No te pongas nervioso, pero si lo estás, no hables.
-¿Entonces cómo lo hago para que se tranquilice?- Me dirás. Y ya que estamos, ¿cómo lo hago para no ponerme nervioso?¿Eso se controla?
La mayoría de jinetes y aficionados somos unos apasionados a este deporte y de nuestros caballos, pero a veces… hay que observar un poco más…
A veces, cuando no logramos hacer que respondan a lo que pedimos, tenemos un problema de comunicación que nos provoca frustración. Ese problema es debido a la falta de comprensión de la base de nuestra relación con los caballos. Cuando no nos entendemos con nuestro caballo, empezamos a preguntarnos: ¿Quién manda, tú o yo? Y el problema se vuelve aún mayor. Sigue leyendo →
O en otras palabras: empezar la casa por el tejado 😕
Para cada disciplina encontraremos diferentes asientos que son utilizados en función del tipo de movimientos que exige su correcta ejecución. Podemos tener una posición de libro, pero si no hemos aprendido a adaptar nuestro equilibrio al del caballo cuando montamos, “pediremos cosas” con las ayudas de las piernas, manos y asiento, que bloquearán una serie de músculos, interrumpiendo el movimiento fluido y hacia delante del animal.
Te dejamos aquí la introducción al libro «Cómo ganar la confianza de un caballo en 5 pasos» :
La forma como gestionamos nuestra tensión y la del caballo hace de nosotros las personas de caballos que somos.
Los caballos nos hacen ser quienes somos de verdad. Derruyen nuestra fachada, anulan las historias que nos contamos a nosotros mismos hasta convencernos de ser lo que no somos, nos transmiten la verdad pura y dura sobre nuestro ser. Los animales no engañan. Y de la misma manera, es imposible engañar a un caballo.
Nuestro lenguaje corporal delata cualquiera de nuestras emociones más íntimas y escondidas. La sensibilidad infinita de los caballos nos transmite constantemente lo muy equivocados que estamos y lo mucho que nos queda por aprender…
Si no estamos en paz con nosotros mismos, tampoco ellos lo estarán con nosotros. Si no sabemos perdonar nuestros errores ni perdonar a los demás, nuestro caballo lo captará y nos lo recordará hasta que logremos aceptarlo.
Quien esté dispuesto a que el caballo le transmita todas esas verdades dolorosas, frustrantes y egocéntricas que a veces nos hacen girar sobre nosotros mismos, y a aceptarlas en su más pura humildad, conseguirá que la relación con el animal se transforme en un milagro de todos los días. El caballo será capaz de transformarlo en mejor persona, en un buen jinete, en claro competidor, en amigo de sus amigos, en verdaderos padre, madre, marido o mujer, y en mejor hijo…, y su relación con el mundo que le rodea se transformará en una felicidad transmitirá a los demás, y a expresar con su actitud, su actuación y sus gestos (con la salvedad de la palabra), las ganas de vivir dejando que los demás participen de su felicidad.
El verdadero amante de los caballos advierte de qué manera son ellos capaces de transmitirnos esa felicidad. Seguro que lo ha notado. Y esa felicidad que ha sentido tantas veces y que procura sentir cada vez que está con su caballo le incita a amarlos más y a que no pueda dejar de estar con ellos.
Cuando no logramos sentir esa felicidad, empezamos a pensar que no estamos a la altura de nuestro caballo. No estamos preparados para tener un caballo: no nos responde y no sabemos hacernos entender por él…
Esta falta de respuesta se traduce en incomprensión, y cuando nos sentimos incomprendidos, germina en nuestro interior un incierto complejo de inferioridad delante de un animal que pesa quinientos kilos, que podría destrozarnos con una simple patada o en un ataque agresivo.
Es difícil aceptar esta falta de entendimiento, y generalmente se la compensa empezando por ignorar pequeñas situaciones sobre las que hemos perdido el control, que se repiten una y otra vez, y que la aumentan de forma exponencial. El caballo se confunde, nosotros nos confundimos, empezamos a utilizar trucos que sólo sirven para empeorar las cosas, escuchamos y pedimos la opinión a todo el que parezca saber más que nosotros y acabamos con un “cóctel de ideas y conceptos” que no somos capaces de aplicar.
El caballo es gregario por naturaleza. Cuando vive suelto, se agrupa en manadas para defenderse en grupo de los ataques de otros animales, y el grupo cuenta siempre con el liderazgo del jefe de la manada. Si el caballo es un animal doméstico, entonces necesita del liderazgo de su amo, y si el amo no responde a sus expectativas, el animal acabará desquiciado a la hora de tener que dejarse llevar por alguien que es inseguro, imprevisible, inestable, o, de otra forma, aprovechará la falta de seguridad de su dueño y pasará a llevar él las riendas de la situación.
Las frustraciones empiezan a ser patentes cuando el caballo comienza a “ganar la mano” en su sentido más puro o a ser completamente imprevisible, tanto en el pie a tierra como montado. El dueño empieza a tener dudas sobre cómo imponer otra vez respeto, comprometiendo muchas veces la confianza del caballo al intentarlo.
El esquema siguiente muestra un ejemplo de cómo podría progresar la relación cuando surge una falta de entendimiento entre caballo y jinete:
Cuando el jinete no sabe cómo resolver la falta de entendimiento, se instala en él un sentimiento de inseguridad, tanto si somete al caballo a la fuerza como si no quiere hacerle daño: es el miedo a perder el control…
La inseguridad de quien gobierna una relación con cualquier animal gregario provoca un desequilibrio emocional que puede llegar a ser muy peligroso. Piense por un momento en las relaciones sociales, en la relación padres-hijos, jefes de estado-nación, jefes de empresa-trabajadores…
El liderazgo es un tema muy común hoy en día en todos los aspectos. Saber gobernar al caballo es muy importante, pero ¿sabemos lo que es ser realmente un jefe? ¿Tenemos idea de las responsabilidades que debemos asumir? ¿Seríamos capaces de asumir esas responsabilidades sobre un caballo? ¿Qué tipo de caballo seríamos capaces de gobernar? ¿Entendemos que no se puede liderar nada por mucho tiempo sin que haya una relación de confianza?
Pretendo que viaje a lo largo de este libro a través de una experiencia más emocional que técnica, que le llevará a conocer mejor a su caballo y sus reacciones más comunes, y a dirigir esas reacciones un poco más en su favor para que el liderazgo empiece a surgir de forma natural.
Grandes hombres y mujeres de caballos son capaces de utilizar el sentido de la razón para mantener todas las reacciones del animal como parte de sus instintos primitivos sin mezclarlas con la razón humana, utilizando ésta únicamente para la interpretación de las señales, la elección de los momentos ideales para el aprendizaje, el autocontrol de las propias emociones, la resolución de las diferentes tensiones provocadas por los instintos del caballo y la gestión del espacio tanto del propio jinete como del caballo.
Este libro habla sobre estos aspectos de forma natural, de forma que recuerde los momentos en los que realmente se entendió con el animal, cuando pareció que todo estaba en su sitio, que fue “uno” con su caballo, que logró acertar con el ritmo necesario para salvar un obstáculo o hacer un ejercicio, que entendió perfectamente lo que su caballo quería, que logró enseñarle algo prácticamente por instinto y utilizando el sentido común, que el caballo se le acercó en un momento de inseguridad para buscar apoyo, que logró tranquilizar a un caballo que entró en pánico y supo cómo transmitirle su objetivo sin utilizar la fuerza para ello, que se sintió seguro cerca de su amigo….
Todos esos momentos en los que siente felicidad, confianza, control y tranquilidad junto a los caballos son aquellos en los que, en cierta manera, se siente como esos grandes hombres o mujeres que tanto admiramos todos por su naturalidad, respeto, humildad y liderazgo ejemplar con sus caballos.
El principal error que solemos cometer es no saber apreciar un momento de satisfacción sin pararnos a pensar qué es lo que ocurrió entonces y qué podemos hacer para que se repita de nuevo. Aprenderá de los errores, pero aprenderá muchísimo más de las virtudes al aprender a sistematizarlas.
Me gustaría aprovechar la introducción de este libro para presentar a una niña de 5 años:
La niña de las botas grandes y manitas de oro
Su hermana mayor montaba como si nada fuese más fácil… Incluso le iban a comprar un caballo. Todo el mundo a su alrededor estaba tan tranquilo entre los caballos… Nadie les tenía miedo y a ella le aterrorizaban… No quería demostrarlo y se les acercaba, pero… Era superior a sus fuerzas. No conseguía estar tranquila cerca de los caballos.
Un día un amigo la montó consigo en un caballo tordo con unas crines preciosas. La llevó a pasear y ella sintió que cerca del cuello del animal le desaparecía el miedo. Notó la confianza que el caballo tenía en aquel chico. Lo manejaba de forma suave y el caballo parecía poner un cuidado especial en llevarla a ella…
La belleza de las crines, el poder que parecía tener, la facilidad con que se movía… La niña no pensaba en nada más que en el caballo…
Cuando llegaron a las cuadras, la niña lloraba de emoción. Quería montar. Quería perder el miedo, entender a los caballos, volver a experimentar aquella sensación… Sentía amor por Festivo, aquel que había montado.
Empezó a montar una yegua alazana. La llevaban de paseo con una cuerda que iba atada a otro caballo que montaba una chica. El conjunto que avanzaba ante la niña le parecía un centauro. Marta, la otra chica, semejaba la continuación del animal que montaba. Aquello habría sido su sueño…
A veces la llevaba otro chico, pero siempre de la cuerda. Siempre. Le daba mucho miedo soltarse.
Durante muchos días dio paseos por la playa a la orilla del mar, por los prados, hizo excursiones entre turistas que iban a pasear a caballo como ella. Siempre con la cuerda. Le daba pánico soltarse y cabalgaba siempre con la cuerda que llevaba la chica que mantenía el control de su caballo. Pues si no, no iba segura.
Un día decidió que era hora de soltarse: “Creo que entiendo a la yegua, y además, todos me dicen que calzo unas botas grandes pero tengo mano de oro. Seguramente significará algo bueno. Y ya podría soltarme. Probaré en el picadero”, pensó.
Aquel día la yegua no quería echar a andar… Quién sabe por qué razón se le metió en la cabeza que la yegua iba a parir. Y así se lo fue a decir al dueño de los establos. Éste se echó a reír, pensando probablemente que no era más que una excusa, y le recomendó guardar a la yegua. Ya la montaría alguien, para hacerla andar, por no dejarla viciada. Al día siguiente, ya se vería cómo iba. Así que la montaron, la hicieron galopar por todo el picadero y, al final, quien la guardó fue la niña.
Pero la niña no se quedó tranquila. Metió la yegua en la cuadra y se quedó allí con ella. Cuando se fueron todos a ocuparse de sus cosas, la yegua empezó a revolcarse y a levantar el labio de forma extraña…
Fue el primer nacimiento de un potro que la niña presenciaría en su vida…
Cuando el dueño apareció y vio la yegua pariendo, no supo qué decir. Lo único que dijo fue: “Desde luego, eres una niña muy especial…, y espero que hayas perdido ya el miedo”.
Fue la primera vez en sus vicisitudes con los caballos en que la niña pensó:
-“¿Cómo lo sabría yo?”
Durante los veintiocho años que siguieron al suceso se formuló esa misma pregunta una y otra vez. Y con ayuda de su familia, de los profesores, los mentores, de entrenadores fantásticos, de sus mejores amigos, de los alumnos, de su marido, de sus hijos, habiendo montado muchísimos caballos, después de miles de errores, tanto ecuestres como no, graves o menos graves, en medio de miedos, nervios, frustraciones y amenazas de “abandonar la equitación para siempre”, descubrió que, cuando hacía las cosas con el sentimiento, todo funcionaba a la perfección de forma natural.
Cuando la inseguridad se cruzaba en su camino, era un desastre, y sintió la necesidad imperiosa de reconocer y definir en forma de sistemas a la intuición que utilizaba cuando las cosas funcionaban, para poder aplicarlos de forma voluntaria en los momentos más inseguros.
Una vez identificados los errores y echando mano del sistema, todo aquello funcionaba, mejoraba el resultado una y otra vez con los diferentes caballos que iba montando.
Y es así como nació este libro, que espero le ayude a lograr los mejores resultados con sus caballos.
Antes de empezar, me gustaría proponerle un pequeño ejercicio:
Escriba la siguiente frase en un papel y colóquela en algún sitio donde la pueda ver a cualquier hora del día.
Ríndase y nunca ganará. El ganador NO se rinde.
Esta vieja frase me inspiró en los momentos más difíciles de mi vida desde que la escuché, y me sigue ayudando a responsabilizarme por las decisiones (buenas o malas) que voy tomando a lo largo de mi aventura, que está lejos de terminar.
Para quién es este libro
Hace un tiempo sentí la necesidad de poner en orden mis conocimientos, ideas y experiencias con los caballos. Podría ayudar a jinetes y amantes de caballos que tuviesen las mismas frustraciones, los mismos miedos. A aquellos que cometen los errores una y otra vez sin encontrar la manera de solucionarlos.
El equipo de Equierrores hemos logrado divulgar todo este material en forma de un gran proyecto que empieza por este libro. Creo firmemente que se ha logrado un trabajo maravilloso, algo que nunca hubiese pensado que ocurriría.
Todo esto está hecho de forma muy especial para nuestro querido lector, que nos lee, que perdona nuestros errores, que siente lo mismo que nosotros a caballo, que quiere mejorar, que lucha por divulgar las ideas que comparte con nosotros, que siente la necesidad de entender mejor a los caballos, que vela por su bienestar, y que comparte con nosotros esta pasión.
…para el lector de parte de todo el equipo de Equierrores
Gracias por compartir nuestra pasión.
Cómo utilizar este libro
El mundo del caballo está muy bien descrito en libros sobre el arte de montar, que incluyen los cuidados, las competiciones, la cría, las razas con su relación completa, etcétera, para adquirir cultura en este tema.
Pero si no sentimos una necesidad de comunicarnos mejor con quienes nos rodean, de proponernos aceptar la verdad, perdonar nuestros fallos y los de los demás, de dejar de buscar excusas a nuestros miedos y abandonar la postura egocéntrica de tener la razón siempre, no hay libro, ni entrenador, que gane por nosotros la confianza y la amistad de un caballo.
Pretendo con estas páginas guiarle por 5 secretos que le ayudarán a formar una base sólida para establecer una relación de confianza con sus caballos.
Para obtener buenos resultados utilizando los métodos de este libro, es recomendable que el caballo esté físicamente sano y bien alimentado, de forma adecuada al trabajo que se le ha destinado.
En cada capítulo recogerá beneficios que le resultarán útiles para pasar al siguiente y se irá encontrando ante diversos escenarios que le podrán parecer familiares, cuya resolución le ayudará dar el paso siguiente con naturalidad.
Es absolutamente necesario entender que si el amante de caballos pretende subir un nivel en la equitación, practique la disciplina que practique, tendrá que percibir la obtención de la confianza, respeto y equilibrio, tanto del jinete como del caballo, como un medio para poder practicar el Arte Ecuestre.
La capacidad de desarrollar el Arte Ecuestre, dependerá de la sensibilidad y talento de cada jinete, pero el medio que utilizamos para llegar, es sistematizable. Y es a ese medio al que dedico estas páginas porque, sin éste, el verdadero Arte Ecuestre no es alcanzable por mucho talento que uno pueda tener.
Si está teniendo problemas con su caballo, piense por un momento en cuál está siendo su prioridad: ¿la disciplina que está practicando en sí, o el medio para lograr practicarla? Si advierte que sus prioridades están cambiadas, empiece por recordar lo dicho antes:
Todos los momentos en que sintió amor, paz, confianza, alegría, paciencia, autocontrol, humildad o tranquilidad junto a sus caballos fueron momentos en los que fue un gran hombre o mujer de caballos y este libro le enseñará a descubrir cómo, cuándo y porqué surgen esos momentos y aprenderá a sentirlos una y otra vez hasta que se forme un hábito. En el momento en que se conviertan en un hábito…
…descubrirá que cada día que pase entre caballos se vuelve un milagro.
He decidido publicar aquí los pasos para descargar el libro o un fragmento del mismo, que he escrito con todo el cariño del mundo…
Aquí van los 6 pasos que hay que seguir para descargar el libro si no tenemos dispositivo kindle para leer libros electrónicos (lee todos los pasos primero y luego entra en el link del primer paso ok?): Sigue leyendo →
Me interesan los problemas relacionados con tu posición a caballo, cuenta conmigo para hablar sobre ellos dejando tu comentario, si puedo ayudar lo haré encantada!
Para despistar a los que «tienen la lengua demasiado larga» todos los comentarios pasan por un filtro así que, si el tuyo no aparece de inmediato, te pido que tengas en cuenta que los leo uno a uno. ¡Prometo publicarlo lo más rapidamente posible! Sigue leyendo →
Como digo en el título, vamos a hablar de algo fundamental cuando trabajamos al caballo: Tiene que aprender a relajar la mandíbula, si no, no trabajará de forma efectiva. En este artículo me centro en el trabajo del caballo de salto, pero verás que aplica para todos.
Un caballo de salto no puede ser un caballo de salto durante mucho tiempo si no sabe relajar la mandíbula, el dorso, y sus miembros de forma que pueda controlar su cuerpo y su mente, y además estando en contacto con nuestra mano delante, durante, entre y después de los saltos.
No sólo tiene que saber hacerlo el sólo, sino que debe saber relajar y flexibilizar por petición del jinete, es decir, «yo te pido que cedas, tu cedes, yo te pido que flexibilices este lado poniendo este pie aquí y tú lo haces«.
¿Suena mandón? no es ese el objetivo, no es mandar, bueno sí, ponemos límites porque el principal beneficio para el caballo y para el binomio es, que el caballo pueda estar cómodo en su trabajo, con peso encima y además enfrentar y vencer obstáculos altos, grandes, con combinaciones, trancos pequeños o grandes, vueltas cortas o amplias y hacerlo en contrarreloj si es necesario también…
Hay caballos que saltan día tras día, pero no saben lo que es un contacto, huyen de él hacia arriba, luego hacia abajo y hacen de todo para que la mano del jinete no esté en contacto con su boca.
Es una pena, porque a través de la mano podemos pasar muchos mensajes al caballo, principalmente el mensaje de que puede confiar en nosotros, que estamos con él, que lo entendemos, que le ayudamos y apoyamos durante las dificultades y que deseamos colaborar con él. También le podemos transmitir límites, podemos educarlo, podemos ayudarle a flexibilizar su cuerpo para que mejore sus aires….
Claro que todo esto, se le enseña primero en llano y sin saltar (y ya no digo a la cuerda y en libertad porque me llamarás de «rara»), que esa es otra cuestión que quien salta no siempre quiere entender:
El salto es el objetivo, pero es en llano donde se resuelven la gran mayoría de los problemas de los caballos de salto…
Se pueden transmitir tantas cosas buenas al caballo, ¡¡que no tiene sentido que un caballo no quiera estar en contacto con nosotros!!
Por supuesto un buen asiento y una mano independiente que sabe cuándo bloquear y cuándo soltar es esencial, sin eso, no hay caballo que nos aguante, la verdad…ni con bit, ni bitless, ni con botas o sin botas…
En este pequeño trozo de vídeo, hay algún ruido de fondo, pero decidimos publicarlo igualmente porque se ve muy bien el concepto de «ceder la mandíbula».
Quiero dejar claro que, por norma, cuando trabajamos bien el cuerpo y los pies del caballo, la mandíbula cede sola si logramos un buen contacto.
Pero para caballos que huyen constantemente de la mano, es decir, caballos que hay que re-educar para confíen de nuevo en la mano, este ejercicio rompe el círculo vicioso «no-ando-o-corro-y-al-mismo–tiempo-no-atiendo-a-la-mano-porque-huyo-de-ella-y-tengo-los-abdominales-súper-rígidos-por-lo-tanto-tampoco-atiendo-o-huyo-a-la-pierna«.herr
Luego, es obligatorio complementar con un buen trabajo del cuerpo del caballo para que realmente funcione y el concepto quede claro a los tres aires.
Este sería un buen momento para combinar el trabajo técnico de equitación diario con el trabajo de un buen fisio o quiropráctico para que el caballo pueda cambiar su físico para mejor y desarrollar así toda su capacidad. Trabajándolo bien, cambiará mucho, pero como todo en la equitación, no sólo es lo que pueda hacer un jinete, sino que hay que cuidar del «todo»: técnica de equitación, asiento, alimentación, veterinario, herrador, fisio, dentista, trato diario, educación, etc etc etc.
Así es mi método de trabajo y como partida, es necesario empezar por entender cómo utilizamos el lenguaje del caballo en nuestro día a día.
A partir de los conceptos fundamentales, establecemos la base para una comunicación eficaz con nuestro caballo y podremos seguir los pasos del método en cada nivel.
¿Cuáles son esos conceptos fundamentales?
Distinguir las situaciones más comunes en las que corremos peligro y cómo evitarlas
Conocer los tres fundamentos de nuestra relación con el caballo que debemos entender para compartir el espacio con un caballo
Conocer el factor más importante que debemos tener en cuenta para que un caballo convierta su inseguridad y tensión en tensión positiva y colaboración con nosotros
Entender qué tipos de energía encontramos en los caballos y cómo trabajarlos
Entender las señales de tensión y relajación
Cómo debe ser, en verdad, la comunicación con nuestro caballo (deshacernos de mitos que no funcionan)
Saber qué preguntas nos debemos hacer todos los días antes de trabajar a un caballo para organizar nuestro plan de trabajo
Si te suena raro o no tienes claro alguno de los conceptos descritos arriba, te aconsejo que adquieras el curso, no te arrepentirás porque te prometo que verás y sentirás cosas que no te esperabas.
_ Es muy tranquilo, me he subido en muy poco tiempo, el potro desde el primer día se ha dejado hacer de todo, me sigue, le he puesto la silla, me he montado y no ha hecho nada.
_ ¿Le das un poco de cuerda antes de montarte hoy?
_ No hace falta, se ha portado tan bien estos días que me subo directamente
_¿Cuántas veces le has dado cuerda a ese potro?
_ Tres o cuatro
_Montado ¿el potro atiende a la rienda para girar? ¿Sabe parar? ¿Sabe lo que significa la pierna?
_No demasiado pero es tranquilo, muy manso y no parece que le asuste nada…
¡Ding, Ding, Ding!
En estos momentos suena directamente una alarma en mi cabeza y empiezo ya a no querer participar demasiado en el tema, si cuando aconsejo que le suelten primero o le demos antes un poco de cuerda, no lo hacen.
Me quedo esperando el siguiente capítulo que sé que en algún momento llegará. En cuestión de tiempo y cuando algo empieza a ir mal, es cuando ya se dirigen a mi con un : «tu que eres profesional, móntate un poco y explícame cómo puedo solucionar esto (no gira, no para, se bota, retrota, no quiere pasar por aquí o allí, se quiere poner de manos, no hace caso y un sinfín de etcéteras que ya sé yo que van a ocurrir de antemano…)».
En estos casos, no siento que tenga que probar nada a nadie y directamente diré que no, a no ser que volvamos a mis normas y mi método.
¿Por qué? «tienes miedo«, me dirán. ¿Conoces esa sensación que te invade cuando estás con alguien que sabe que no tiene razón pero que intenta manipularte para que hagas lo que quiere? Salen con esa frase tan utilizada que te machaca cuando no lo tienes muy muy claro? Seguro que te has visto en esas situaciones y conoces a personas así.
Tienes miedo, es una de esas frases en la equitación que pretenden ofender al sentido común, a la experiencia y al razonamiento lógico.
El primer paso del libro «Cómo ganar la confianza de un caballo en 5 pasos« es hacer un diagnóstico de la situación y de la relación caballo-jinete. Es un paso muy, muy claro. Hacer un diagnóstico de la situación antes de poner el trasero encima de un potro que está poco montado, me parece de lo más lógico y de sentido común. La valentía pasa a ser estupidez cuando nos saltamos este paso. No me canso de decirlo.
Si hacer un diagnóstico para ver la situación es imprescindible para un caballo mayor resabiado, o un caballo que no se trabaja desde hace unos días por muy manso que sea, más lo será para un potro. En realidad deberíamos hacerlo con cualquier caballo para adecuar la sesión de trabajo según lo que observemos y no sólo para ver cómo anda de energía, hay que ver cómo está su musculatura, estado de espíritu y equilibrio ese día.
Y para que veas que no estoy siendo «moralista» sin conocimiento de causa, puedes adquirir este caso práctico de un error que cometo yo misma con un caballo de 18 años al que sabía perfectamente que debo soltar y trabajar pie a tierra un poco antes de montar, si lleva algún tiempo con menos trabajo y no lo hice ese día por…pues eso, pereza del momento, falta de tiempo, cualquier otra disculpa sirve. No deja de ser estupidez. Yo misma suelo seguir esa norma a rajatabla y esa vez me la salté.
La verdad es que ese caballo había tirado en su vida a muchas personas, y a mí, en 6 años no me había tirado nunca porque me había hecho un manual de instrucciones en la que la instrucción número uno era precisamente «nunca trabajarlo montado sin hacer el diagnóstico de su energía primero porque aunque es mayor, es un caballo peligroso cuando está con exceso».
Ese día, me pudo la prisa y fue el único día que me caí del caballo.
En este caso verás lo que ocurre, cómo me descuelga, cómo lo soluciono y te demuestro que al caballo le sobraba energía ese día y cómo después de tratar del problema de base, trabaja fenomenal. Conclusión: debido a las prisas al final empleé más tiempo y además me puse en riesgo. ¡Pude haberme ahorrado todo esto!
Lo bueno, ese día iba a realizar grabaciones para las clases online y quedó grabada la sesión. Ahora puedes aprender tú de mi error que para esto está este blog llamado Equierrores.
Pincha en la imagen si quieres adquirirlo y verlo:
Si realmente quieres evitar un montón de accidentes, te lo enseño todo en el curso «Cómo utilizar el LENGUAJE EQUINO en el día a día«, no sólo te hablaré en detalle sobre el exceso de energía, sino de otras 4 situaciones clave que debes tener en cuenta antes de ponerte encima de un caballo y más, sobre un potro. Pincha en la imagen y te llevará a la información sobre el curso en el que aprenderás a escuchar y a decirle las cosas a tu potro de forma que él entienda de verdad:
Y si, siendo sincero contigo mismo, te das cuenta que alguno de tus caballos ni siquiera está demasiado educado del ramal como para que puedas llevarlo a cualquier lado con tranquilidad, te recomiendo el curso online sobre «Cómo educar al caballo del ramal«. Encontrarás ejercicios que puedes incluir en tu rutina diaria cuando lo llevas del box a la ducha o al campo o para incluirlos en el ratito que le des cuerda. En pocas sesiones verás que se vuelve mucho más atento y respetuoso contigo y, al mismo tiempo, confiará muchísimo más. Pincha en la imagen:
Lo sé, todos queremos una relación especial con nuestros caballos y porque vengan cuando les llamemos o nos sigan un poco por todos lados… No significa que tengamos una relación especial. Nos conocen, y nos aceptan hasta cierto punto, pero no quiere decir que hayamos establecido un liderazgo, una jerarquía, una forma de compromiso de «yo te pido, tu buscas la respuesta, yo corrijo o espero si no la encuentras, tu sigues buscando mientras te doy las indicaciones para que las encuentres, yo cedo y relajo cuando la has encontrado» y así vamos repitiendo, exigiendo más de forma gradual, creciendo hacia una relación de respeto, confianza y trabajo en equipo.
Esto tiene que ocurrir a todos los niveles y para ello, debemos saber leer la energía de nuestro caballo en todo momento, adaptar la nuestra, poner la intención o no ponerla en el momento justo, utilizando nuestro lenguaje corporal en la medida adecuada ajustada casi al milímetro.
TODOS los caballos funcionan de esta forma pero los de carácter más difícil y fino, si no nos adaptamos a su forma de ser y apuramos realmente nuestras capacidades, no saldrá nada bueno del trabajo y nos frustraremos porque aunque vengan cuando les llamemos, sabemos en el fondo, que no tenemos aquella relación que nos gustaría tener. Y la culpa… Nunca será de ellos.
Cuando durante un clínic con caballos trabajo 3 días con un potro de carácter fino y al tercer día ya le tengo la montura, le cuelgo una bolsa en los estribos y le cuelgo mi peso con toda confianza, no quiere decir que cualquiera se puede acercar y hacer lo mismo y no quiere decir que el potro sea de plena confianza. Quiere decir que bien hecho es posible. Nunca nos engañemos porque pondremos nuestra vida en peligro.
Por mucho que cuando otra persona que le conoce desde hace más tiempo que yo, le llame por su nombre, el potro atienda, reconozca su voz o su presencia y le de de comer todos los días.
No funciona así. Es muy fácil pensar que con esa facilidad con la que el potro se ha entregado, su carácter es otro del que es y olvidarnos de que con la energía equivocada podría saltar en cualquier momento.
Es muy fácil no reconocer lo siguiente:
Todas las señales interpretadas a tiempo
Correcciones sutiles con lenguaje corporal
Pausas activas hechas en momentos oportunos para evitar subidas de tensión en el caballo
Respeto por su espacio en momentos determinados
Pedidos de respeto por parte de quien trabaja con el caballo, sutiles pero eficaces
Pedidos de atención constante sutiles o no tanto
Adaptación de la energía de quien está trabajando con el caballo a la suya conforme aumenta o disminuye la tensión de las peticiones, cada vez más exigentes….
Todo esto forma parte de la construcción de una buena relación con nuestros caballos, ya sean de carácter fino como fácil y es aquí cuando se marca la diferencia entre tener una media relación de hace años y una relación completa y productiva en media hora, en un día, o en tres.
Lo que ocurre es que cuando son relativamente fáciles, nos saltamos muchos pasos y conceptos y ellos lo aceptan aunque te aseguro que una vez se aplican todos estos conceptos, la relación con cualquier caballo se vuelve otra, es otro mundo, también con caballos más facilones y dóciles. Cuando tienen un instinto un poco más apurado, son un poco más sensibles, tienen determinadas condicione físicas, han vivido en determinadas circunstancias o simplemente son más exigentes de trato, estos conceptos son fundamentales entenderlos y saber aplicarlos para no ponernos en peligro.
A veces duele, duele cuando otra persona en media hora se hace más con nuestro caballo que nosotros en mucho tiempo de tenerlo. Lo sé, a mi también me ha pasado así que me he tenido que aguantar muchas veces. Es la realidad. Y cuanto antes la aceptemos, antes estaremos dispuestos a aprender algo nuevo.
Si quieres saber como se construye una relación verdadera con tu caballo y aprender todos los conceptos de los que hemos hablado antes, apúntate al curso «Cómo utilizar el LENGUAJE EQUINO en el día a día» y entenderás qué camino debes seguir con tu caballo para lograrlo.
En nada, hablaremos de lo tercos que podemos ser a veces como jinetes por mucho que llevemos años en esto. 😏
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Comenta lo que te parezca, si tienes preguntas, dispara!
Por si no tienes tiempo de leer, te dejamos aquí el podcast de esta publicación:
Antes de contarte cómo puedes explicar al caballo el ritmo que quieres de él de forma que lo entienda, quiero que hagas una reflexión sobre parar a un caballo que va galopando fuertemente por el campo: Si tienes un coche parado encima de una colina sin freno, ¿Cómo será más fácil pararlo y controlar su velocidad y dirección?
Intentando controlarlo al principio de la colina
Cuando ya esté casi abajo y a toda velocidad
Exacto, ¿te lo estás imaginando cierto? No tiene mucha vuelta de hoja. A caballo, el control viene antes, no después. Es decir, los primeros km que hagamos a caballo deben servir para establecer un ritmo que le permita equilibrarse, que nos permita mover la grupa y la espalda y flexibilizar sus dos lados, trabajar dónde pone el caballo los pies, en la obediencia a nuestras ayudas laterales, de más y de menos y establecer un contacto con la boca y el resto del cuerpo del caballo que permita que los mensajes fluyan.
Ese es el objetivo de los primeros km, es decir de cualquier calentamiento. Luego ya, podemos aumentar el ritmo, la velocidad, ejercicios más difíciles, etc. Y al final, vendrán algunos estiramientos, que puede ser dejarle estirar el cuello mientras lo flexionamos un poco hacia un lado y otro, etc.
En el primer galope, cuando vamos con otros caballos, es normal que el caballo quiera ir con los demás, a su ritmo, pero debemos contrariarlo y seguir con nuestros objetivos principales del calentamiento (los que hemos descrito arriba). Como parte importante vamos a hablar sobre el ritmo. Si controlamos el ritmo, controlamos su velocidad y, por lo tanto, educándolo en condiciones, lograremos pararlo SIEMPRE que sea necesario sin tener que llegar al punto de decir la frase ¡Ayuda, mi caballo no para!
Si alguna vez montas conmigo por el campo y ves que me quedo atrás con el caballo, ya sabrás lo que estoy haciendo. Los primeros km son cruciales para que el trabajo fluya sin problemas el resto de la sesión. Dependiendo de la educación del caballo, su energía y entrenamiento, tardamos una sesión entera o más sesiones en las que nos debemos dedicar de pleno a los principios descritos antes para poder llegar a trabajar un poco más sólo en los primeros 15 minutos de cada sesión siguiente y tener al caballo disponible y fácil para el resto de la sesión obteniendo resultados a largo plazo.
Ahora sí, vamos a la cuestión en sí sobre cómo explicarle al caballo el ritmo que necesitamos desde el principio, de forma que él entienda.