«Bajarse es de cobardes» se suele oír. Nada más lejos de la realidad. Bajarse en una situación que vemos que no va a mejorar, al revés, va a empeorar, sea por la razón que sea, es una decisión inteligente. Siempre y cuando, luego dejemos al caballo y al jinete en condiciones de volver a montarse otra vez y controlar la situación.
En el momento de bajarse, el caballo estaba en máxima tensión. Y esa tensión suele terminar siendo explosiva, lo suficiente como para provocar una situación peligrosa sin haber necesidad alguna.
Decidimos darle cuerda para ver qué tal reaccionaba a la presión-relajación, es decir, qué señales me mostraba al presionar y cuáles cuando yo relajaba. Para así evaluar el tipo de comunicación que tendría conmigo si la situación fuese otra. No fue posible. El caballo corría y corría. Casi se caía. Cada vez corría más, entonces decidí que había que dar otro paso atrás: Dejar que se expresase en libertad y a una distancia que no sintiera tanta presión debido a mi presencia como sentía a la cuerda:
Qué vimos con este trabajo:
Cuando le pedí por primera vez que se fuera se me quiso encarar, algo que corregimos sin más, y al llevarse la corrección, reaccionó huyendo un poco confundido y quiso salir por la puerta que estaba cerrada. Por un lado, dominancia, por otro lado inseguridad. Lo suficiente para empezar a trabajar.
Normas principales con las que empezamos a trabajar:
Tienes que salir de mi espacio cuando te lo pido
No puedes encararme con la cara tan alta invadiendo mi espacio con ese porte tenso y elevado
No puedes pararte en la puerta
No puedes darte la vuelta
Fueron suficientes para que empezase a atenderme en todo momento. A partir de ahí, empezó también a responder a mi relajación. Empezamos a pedir unos cambios de mano llamando su atención para que me diera la cara en vez de la grupa durante el cambio y…
Dejó de querer buscar al compañero, relajó toda la línea de arriba, merecí su confianza y su respeto y decidió que lo mejor para él era estar conmigo.
El paso siguiente era introducir la amazona. Su asiento y su energía no daban seguridad al caballo en ese momento, pero lo harían en breve. Una vez el caballo ha confiado en mi forma de ser, podré ayudarle a confiar en su dueña mientras hacemos unos cambios puntuales en el asiento y forma de pedir las cosas. Todo acabará bien porque su amazona tiene tantas ganas de hacerlo bien para su caballo, que no tarda nada en darse cuenta de los errores y hacer un cambio radical en un tiempo récord (sólo 2 sesiones montada 🙂 )
En el próximo post veremos la tercera parte, cuando trabajamos con la amazona y luego la ayudamos a formar de nuevo el binómio que tenían que ser.
Advertencia de seguridad: No hagas este tipo de trabajo sin alguien que sepa cómo y cuándo hacer cada cosa. No nos arriesguemos a probar de hacer cosas que vemos sin estar con alguien que sabe el porqué, el cómo y que pueda ayudarte en caso de peligro.
¿Vas identificando los pasos del libro?¿Te vas dando cuenta que para solucionar un conflicto de vez en cuando hay que dar un paso atrás?:)
Estamos organizando los próximos cursos, si estás interesado en un curso en la Abadía durante el mes de noviembre, háznoslo saber por correo para que te demos las fechas!
Vamos a hablar de un caso práctico en el que aplicamos los cinco pasos del libro de una forma muy clara. Una situación vivida durante un curso, una amazona muy sensible y simpática, con un carácter fuerte y con muchas ganas de aprender, nos trajo su caballo. Esta publicación va dedicada a nuestra amiga Marina con Coco 😉
Les faltaba un poco de entendimiento en cuanto a la distancia que mantenían entre ellos pie a tierra, había alguna confusión montada cuando el caballo se ponía ‘burro’ y ella no terminaba de verlo claro en algunos momentos..
Vaya por delante que este caballo que es un caballo muy noble, aunque de naturaleza dominante y cuando les dejamos dominar, se vuelven inseguros y pueden tener reacciones que pueden resultar peligrosas para nosotros. No es el papel que deben asumir cuando están entre humanos. Una misma reacción puede ser normal entre caballos, pero puede resultar peligrosa para nosotros y es por ello por lo que hay que prestarles atención y corregir y educar al caballo en ese sentido. No quiero que se me malinterprete cuando digo que un caballo que tiene reacciones peligrosas sea un caballo peligroso, pero sí puede llegar a serlo si no lo corregimos o no sabemos interpretarlas.
Siempre junto a su compañero, esta vez bajó a la pista solo. Y cuando se sintió encerrado (acostumbrado a pasear por el campo junto a su amigo), hizo pasar a su dueña un momento un poco complicado. Me di cuenta de que no podríamos dar una clase como es debido sin antes trabajar otras cosas. El caballo nunca se mostró peligroso porque no tenía reacciones bruscas (aunque tampoco esperamos a ver si esto ocurría…).
Esta forma de comportarse no había ocurrido anteriormente, apareció al estar en una situación completamente distinta a la que está acostumbrado. Por lo tanto preferimos cambiar de estrategia y hacer una paso atrás en la evolución del caballo y de la amazona:
Veamos de la combinación de factores que estamos hablando en esta situación, y lo veremos clarísimo al final porque el resultado se lo lleva la amazona a casa para siempre:
El equilibrio de la amazona está muy por detrás del equilibrio del caballo. Eso en sí, no está creando directamente la situación de relinchar y estrés en el que el caballo se encuentra en este momento, pero no logra obtener su atención, su control, esa posición es más un asiento de dejarse llevar por lo que ocurra que no de solucionar. Y cuando interviene (porque debe intervenir y tiene toda la razón en hacerlo), la forma de estar sentada a caballo no deja que sea sutil en las ayudas, por lo que agrava todo el momento de estrés. El caballo se siente más inseguro aún y la cosa puede escalar hasta puntos peligrosos que no llegaremos a ver porque cambiamos de estrategia antes de que algo ocurriera.
El paso uno del libro duró dos vueltas y un poquito de trabajo anterior de la mano que no vemos aquí pero que solemos hacer para ayudar a identificar el tipo de caballo y el tipo de situación que tenemos. Hicimos el diagnóstico, vimos el tipo de control que podría tener la amazona sobre el caballo en situaciones de conflicto, vimos que en más momento menos momento la situación podría ser desagradable y empezamos a actuar.
En el próximo post veremos lo primero que hicimos.
¿Te sientes identificado? ¿Te ha pasado alguna vez? Cuéntanos tu experiencia y dudas, es importante que sepamos cómo te sientes y cómo te gustaría que fueran las cosas, si lo has superado, también nos gustaría saber tu experiencia! De esto aprendemos todos los días, ¡ayúdanos a divulgar nuestro trabajo y dar la posibilidad de que todos aprendamos de nuestros errores y experiencias!
Durante los cursos cuando esto ocurre, trabajo al caballo en el sentido de demostrar a su jinete que es posible mantener un orden en el caballo, dejarle claras las normas y devolverle la seguridad, y luego trabajo con el jinete, cambio lo que creo necesario en el asiento y aplicación de ayudas y re-conecto el caballo a su jinete de una forma más segura y más eficaz a largo plazo. Si tienes un problema parecido y quieres asistir con tu caballo a uno de nuestros cursos, puedes contactarnos y lo organizamos.
Comparte si conoces a jinetes aficionados a mejorar su equitación y la relación con su caballo!
El caballo no engaña y no se puede engañar a un caballo…podemos querer poner hierros, quitar hierros, poner collares, quitar collares, montar con cabezada, sin cabezada, con silla o sin ella, trabajarlos a la cuerda con serretón, sin serretón, con jáquima, con un hilo de seda en la boca, o inventar mil formas y artilugios de trabajar a los caballos tocando en determinados puntos, con el clicker o con zanahorias para que haga piaffé durante tropecientos trancos seguidos, espaldas adentro infinitas y cambios de pie sin parar…si no hay conexión a esos tres niveles, el caballo lo demostrará 😉
Cuando durante cualquier trabajo que hagamos con el caballo, sentimos al caballo primero, luego pedimos, esperamos por una respuesta, insistimos, logramos una respuesta, cedemos, volvemos a pedir, volvemos a esperar por la respuesta, el caballo cede con más ganas, cedemos y le damos una voz gentil de agradecimiento y sentimos que por el caballo pasa una satisfacción genuina que se traduce en un pequeño gesto de cabeza o de dorso parecido a una pequeña alegría y acto seguido sigue en el ejercicio aún con más brillo que antes, no hay hierro, o collar o silla que sea la razón de la sensación maravillosa que en ese momento transmite el binomio. La consecuencia natural de esta conexión será que cada vez necesitaremos menos ayudas y menos artilugios debido a que el equilibrio mejora, la mecánica mejora, la conexión física con el jinete mejora y la comunicación fluye a un nivel que ya poco tiene que ver con las ayudas mecánicas que damos.
Cuando queremos que hagan un piaffé al tocarles en determinado punto, y no dejamos de pedir hasta que haga doce mil trancos, algunos buenos y otros malos, sin gran diferenciación por nuestra parte y sólo con el objetivo de que haga un piafé, estamos haciendo de los caballos unas máquinas que responden a ciertos estímulos haciendo determinados “trucos” para una selfie, para una competición, para nuestro placer, etc. La consecuencia natural de este tipo de entrenamiento es, que cuando los necesitamos de verdad, cuando de repente pedimos que nos den más tranco, más expresión más brillo, más ritmo o nos ayuden en un obstáculo difícil en el que hemos perdido la rienda o el estribo o simplemente no hemos visto la distancia, no tendremos caballo disponible puesto que simplemente no sabrá qué hacer ya que no estará acostumbrado a colaborar, estará acostumbrado a obedecer órdenes.
¿Sientes la diferencia? El objetivo de esta publicación es que sientas realmente esa diferencia y la sientas a partir de ahora cuando veas diferentes jinetes practicando equitación. No para criticar, si no para tener la sensación de cómo te gustaría que fuese contigo y con tu caballo, cómo preferías que fuese. Una vez sabes cómo quieres sentirte montando, sabrás qué buscar, y empezarás a buscarlo viendo jinetes que realmente transmitan lo que quieres sentir y no lo que debes lograr porque sí.
Ten en cuenta que no siempre lo sentiremos, pero lo que es realmente divertido es encontrar formas de sentirlo, montar hacia esos tres o cuatro trancos más en que sentimos esa real conexión, acortar y hacer una ligera cesión a la pierna para que el caballo ponga uno u otro pie mejor debajo de la masa, el caballo se pone cómodo, pedir un aumento gradual en el que de repente le disparan las manos hacia delante y hacia arriba porque la espalda subió y se siente capaz de darlo todo, sentir esa explosión de libertad para luego apreciar el momento en el que acortamos y el caballo responde de inmediato al pedirle que alargue de nuevo, nos reímos por no esperarnos tal respuesta de nuestro amigo y le damos rienda larga para que respire y disfrute también del momento… O…Aumentar el nivel del recorrido y las alturas porque hemos logrado esa conexión durante gran parte del recorrido, sabiendo que somos capaces de lograr esa conexión al nivel siguiente también… Sentir que después de una combinación de saltos con una distancia un poco delicada, tú y tu caballo de repente lo pasáis sin falta y sientes realmente que el caballo “crece un palmo” y va con orgullo al salto siguiente sabiendo que estás ahí, que sois dos, que no es sólo porque el caballo sepa saltar, sino porque está recto, está fuerte, está flexible y conectado a tu equilibrio y flexibilidad de ayudas…
Esto es lo divertido de la equitación, y busco esa conexión todos los días que monto, todos los días que trabajo a un caballo sea el caballo como sea, de quien sea, el nivel que tenga, sea la raza que sea. Y cuando me equivoco, al instante siguiente, sigo buscando de nuevo esa conexión perdida. Esa conexión es como un GPS que me va diciendo, por aquí sí, por aquí no 😉
Durante los cursos trabajo muchas veces en libertad con algunos caballos. No porque lo encuentre estrictamente necesario (que en algunos casos se me ha revelado que sí lo es por razones varias), pero para:
Demostrar que este tipo de conexión es posible a distancia
Que es, claramente, la base «educativa» que necesitamos para montar después y evitar accidentes innecesarios.
Que es la base que trabajamos para lograr que el caballo ponga los pies donde debe ser para que todo el caballo conecte
Que adaptamos nuestro asiento para que esta base de comunicación pueda fluir al montar y al trabajar después los caballos.
A distancia podemos empezar a ver y sentir cómo y cuándo se pierde la conexión con quien está trabajando y nos podemos dar cuenta dónde hemos pedido demás o no hemos cedido para que no responda, (o exagere en la respuesta) a cierta presión o cierta relajación. Nos daremos rápidamente cuenta de si el caballo está condicionado a ciertos estímulos o si conecta de verdad con nuestras peticiones.
Uno de los módulos de los cursos de corrección de asiento, empieza precisamente con una pequeña teórica sobre:
Identificación de los problemas comunes de comunicación jinete-caballo de los participantes
Como aprende el caballo y cómo pide/enseña el jinete, simplificado en un paso a paso
Respuestas que debemos esperar de nuestros caballos
Efectos de la tensión negativa del jinete y distinción entre reacciones positivas y negativas del caballo para el trabajo
Cómo debe ser la comunicación con nuestro caballo
Conexión entre la comunicación y nuestro asiento
La importancia de la intención en la comunicación
¿Cuál es la sensación que debes tener en tu mano mientras pides o enseñas algo a tu caballo?
Ejercicios en grupo para relacionar nuestro equilibrio a nuestro asiento a caballo
La parte práctica está orientada a cada participante con su caballo de forma individual, valorando posibles problemas de conexión (de los que hemos hablado en esta publicación) y buscando la mejor forma de progresar.
Puedes ver en el siguiente enlace, un vídeo de Kronenbourg, durante la clase que dimos en el Centro Ecuestre la Abadia donde buscamos establecer una conexión más seguida para que luego se pueda aplicar esa conexión durante los ejercicios de vaquera que es para lo que se está preparando este caballo de seis años.
Hago el trabajo al paso únicamente, nada de espectacular ni ejercicios espectaculares. Sólo «monta de bastidores». Debemos cuidar siempre de utilizar nuestra mano conforme el contacto que el caballo nos esté dando, si retenemos constantemente con la mano encogemos el cuello del caballo, volvemos los movimientos más cortos, el dorso se «divide» y los pies dejan de funcionar. Ahí, en vez de tener un caballo, tenemos varias partes de un caballo que no conectan entre sí. Este vídeo demuestra cómo obtener la conexión con el caballo al paso mediante ejercicios simples y claros para el caballo. Es muy importante distinguir el trabajo de competición y el trabajo que se hace en casa. En los bastidores, no se compite, se entrena la flexibilidad, la pisada correcta, la conexión para que pueda haber una comunicación fluida más tarde, en competición:
Estamos preparando unos vídeos de Dante, mientras se hace un trabajo muy parecido pero al trote y al galope. También subtitulado para aclarar cosas que a lo mejor no se ven con tanta facilidad. Dinos si este vídeo te ha servido y compártelo para que podamos hacer más de este estilo!!
Para el primer tipo de conexión, (si no has visto la parte uno pincha aquí) se necesita tener un caballo sano, bien equilibrado enérgicamente, de saber cómo funciona la mecánica del movimiento del caballo, cuál es la que mejor se adapta a su forma de ser y adaptar el trabajo de forma que pueda sentirse en perfectas condiciones físicas para llevar a su jinete y ejecutar el trabajo que se le pide para cada disciplina. Evidentemente, cuando trabajamos esta parte, la parte emocional se vuelve cada vez más equilibrada a medida que le vamos disipando resistencias y aumentando la flexibilidad, fuerza y equilibrio físico.
El segundo tipo de conexión es una cuestión de adaptar nuestro asiento de forma correcta a la mecánica del caballo en cada fase del entrenamiento para luego lograr, a través de nuestro asiento, intenciones y demás ayudas, mejorar el funcionamiento general del caballo durante el trabajo. Es decir, acoplando nuestro asiento al caballo, hay que buscar la forma de pedir determinados movimientos del caballo para que éste se ponga cómodo, flexible y disponible para ponerse en forma y conectar con el jinete para trabajo de más nivel.
Darse cuenta del tercer tipo de conexión es una cuestión de sensación, porque quizás desde fuera uno no lo note, aunque si nos fijamos bien, algo sentimos que es diferente, aunque no sepamos decir el qué cuando vemos a un caballo que responde de forma mecánica y automática a ciertas ayudas del jinete. Se trata de una sensación de falta de conexión entre caballo y jinete, un desequilibrio entre el pedir, esperar una respuesta, aceptar la respuesta y ceder para pedir de nuevo con gentileza un poquito más…
Montando se nota muchísimo cuando tenemos un caballo que acepta de buen grado las primeras indicaciones que le llevarán a una actitud de disposición ante el trabajo. Al principio puede que haya alguna tensión, pero, pasados unos trancos, transmitirá de forma clara su respuesta desde los pies hasta nuestra mano. En este punto cedemos, relajamos y volvemos a pedir. Vuelve a haber una respuesta y la comunicación empieza a fluir, los ejercicios dan una sensación de movimiento progresivo…
Hay una gran diferencia a cuando nos subimos a caballos que sólo responden a las ayudas bien o mal dadas, en determinados puntos y determinados trancos pre-establecidos, saltan los obstáculos simplemente porque es lo que saben hacer pero en las vueltas, llegadas y recepciones parece que las manos nada tienen que ver con el dorso, con los pies y con el cuello por decirlo de una manera y en consecuencia, la conexión dos y tres con el jinete es prácticamente inexistente. No hay binomio, no da una misma sensación compartida por ambos. La sensación es de mecanismo y algún “movimiento ruidoso”. La sensación de movimiento progresivo es inexistente y da lugar a una brusquedad constante inesperada por el caballo.
Tener el tercer tipo de conexión es la diferencia entre sentir debajo un caballo que está dispuesto a colaborar y uno que no lo está.
En esta publicación te invito a reflexionar un poco sobre cómo llevas la conexión uno y dos con tu caballo. Es importante porque sin estas dos no llegaremos nunca a la tercera por mucho que queramos. Si no sabemos cómo conectar pie a tierra y a la cuerda, no sabemos cómo cómo deben funcionar sus pies, dorso, espalda, cuello y nuca durante el trabajo, no llegaremos a entender el porqué y el cómo debemos estar sentados a caballo y cómo debemos aplicar las ayudas. Consecuentemente, la conexión tres será inexistente cuando estemos montando.
Una vez hayas reflexionado y creas que necesitas alguna ayuda, puedes ver dónde estamos organizando cursos en esta página o entonces pincha en contacto y dinos de donde eres para que te pongamos en la lista para que te informemos donde y cuándo será el próximo curso!
En la próxima publicación hablaremos de la conexión tres con más detalle y lo veremos en vídeo explicado con subtítulos para que no te pierdas los momentos clave 😉
Recuerda que la confianza del caballo es imprescindible para que la conexión sea constante y exista una comunicación en la que ambos nos entendemos. Puedes empezar leer el libro, que habla sobre los cinco pasos esenciales que debemos dar para ganar la confianza (y el respeto) de un caballo. Nos vemos en el próximo post!