El caballo es un animal claustrofóbico por naturaleza, los sitios cerrados le recuerdan las cuevas de los leones, lugar en el que nunca jamás se metería en estado salvaje.
La domesticación del caballo ha sido muy reciente en comparación con el tiempo que este animal lleva en el planeta, así que sus instintos “primitivos” siguen bastante activos. En algunos más que en otros, pero nos encontramos frecuentemente con caballos que tienen dificultad en aceptar la entrada en una ducha, en un box, entradas en camiones y remolques, etc. El hecho de que lo acorralemos para agarrarlo cuando el potro está cerril, agrava la situación aún más, aunque muchas veces sea la única opción a corto plazo.
Es importante tener esto en cuenta porque solemos cometer el error de, después de lograr ponerle la cabezada a un caballo (a veces un poco a la fuerza y sin contar con los niveles de estrés que le provocamos), pensamos que ya hemos logrado lo más importante y a partir de ahí ya podemos llevarlo del ramal y quizás subirlo al remolque sin preparar el terreno ni preparar al caballo psicológicamente para estar encerrado entre dos “muros”.
Algunos, acaban por ceder rápido la primera vez y subir pareciendo que no les importa demasiado, pero hay también caballos que no son tan explosivos, “sufren por dentro” y puede que en algún momento salga ese estrés contenido de otra forma, como, por ejemplo, no querer bajar del remolque, clavarse en el suelo y no dar un paso, ni hacia atrás ni hacia delante o defenderse hacia arriba en un momento dado.
Muchos no son claustrofóbicos y no dan ningún problema, y estos son los que nos engañan cuando trabajamos con otros caballos pues pensamos que todos son así 😊 Y nos encontramos de pronto con una realidad bien distinta y sin saber qué hacer en esos casos.
Esta imagen pertenece a uno de los vídeos que forman parte del curso on-line de educación del ramal, estamos trabajando a Trasto, un caballo muy claustrofóbico, y lo estamos preparando para estar tranquilo en sitios estrechos.
Y cómo lo hacemos…
Hay que hacer un trabajo de base, seguimos con ejercicios básicos que hacen que el caballo no sólo confíe en nosotros, sino que también respete nuestras ayudas sin tener reacciones explosivas, y así empezamos a preparar el terreno para nuevas situaciones, una de ellas es precisamente el estar entre la presión que les supone estar junto a una valla y la presión de no poder pisarnos a nosotros.
Todo un reto
Hay caballos que sufren cuando se les acerca una persona para montarse, o cuando hay una persona de un lado y otra persona que se acerca por el otro lado, para estos, también es muy eficaz este tipo de trabajo. Así les ponemos retos que deben superar.
Este trabajo tiene un paso a paso y hay que “jugar” con ponerles la presión suficiente que puedan soportar y procesar en su mente, y relajar en el momento en que ellos dan señal de relajarse, aunque sea un milímetro. Hay que corregir lo justo cuando se bloquean o quieren darse la vuelta. Es fácil, pero no simple 😉 ¿un contrasentido? No.
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