El principal problema de los caballos hermanados es la relación que tienen con el jinete que los trabaja o quien los maneja y comparte el espacio con ellos. Dos caballos pueden estar hermanados, pero en cuanto entramos nosotros en el espacio, tienen que atendernos a nosotros. Y eso se trabaja.
Hace poco tiempo traté de un caso de hermanamiento bastante fuerte.
Eran dos yeguas, la más joven era insegura e inestable por lo que empecé con el trabajo en libertad y a la cuerda. Primero con la otra yegua dentro del campo para disminuir el estrés y cuando ya me estaba atendiendo a mí quité a la yegua con la que estaba hermanada. Estaba lejos de su vista y mientras, iba trabajando a la cuerda. El trabajo consistía en pedir cambios de mano cuando relinchaba y relajar cuando ella relajaba. Al relajar iba aumentando muy poco a poco la distancia entre las dos yeguas. Hubo que repetirlo varias veces, pero al llegar al final del campo, ninguna de las dos relinchaba y la atención de la yegua joven hacia mí era completa. Este trabajo lo repetimos durante varios días.
Y luego vino el trabajo montado. Yo llevaba a la yegua joven y la dueña a la otra. Había que mantenerla ocupada y así no relinchaba. En cuanto se relajaba le quitaba presión. Si quería correr hacia la otra yegua, la dejaba y en cuanto llegábamos cerca, entonces empezábamos a trabajar alrededor de ella: círculo a un lado y a otro, luego me apartaba de la yegua y le dejaba las riendas sueltas y relax total.
Repetimos el proceso varias veces hasta que se dio cuenta que si ella tomaba por mí la decisión de ir junto a la yegua, entonces tendría que trabajar. Así conseguimos ir al paso y relajada a 20, 30… 50 metros de la otra yegua. Relajada, con las riendas casi sueltas y atenta a lo que yo le transmitía. Si nos acercábamos a la otra yegua era siempre por petición mía y si nos alejábamos, también.
En cuanto entendió que pase lo que pase su atención tiene que estar hacia mí, la querencia desapareció. Entró en el agua (que tanto miedo le daba), pasó por encima de plásticos, se separaba de la otra yegua…. ¿Y la mayor? Dejó de empujar y pasar por encima cuando le echaban de comer, es decir, aprendió a respetar. Se solucionaron un montón de problemas sólo con hacerles entender que desde el momento en que nosotros entramos en su espacio, ese espacio nos pertenece. Esta es la base de la relación humano-caballo y la mejor forma que he encontrado para mantener nuestra integridad física cerca de los caballos.
En mi opinión están apareciendo un montón de problemas relacionados con esto porque, por alguna razón, se cree que no hay que trabajar a los caballos, o con un poquito es suficiente y no siempre sabemos qué es exactamente lo que debemos trabajar con ellos. Que todos los caballos son para cualquier jinete, y el solo hecho de ser caballos ya es suficiente para que cualquiera se pueda montar en ellos, jugar en libertad con ellos, montarlos a pelo, llevarlos de paseo con otros caballos…
En base a alguna experiencia que tengo y a las muchas consultas que recibo sobre caballos hermanados o con fuertes querencias, me parece importante divulgar la necesidad del trabajo diario con el caballo. Tener un caballo que esté atento a nosotros lleva su tiempo y requiere trabajo pero es impagable.
La verdadera gente de caballos tiene a sus caballos bien trabajados, relajados, flexibles y siempre dispuestos a cooperar. Esa cooperación les da seguridad y confianza, y con el tiempo quedan condicionados a responder y atender al jinete pase lo que pase. Esto conlleva un gran responsabilidad por parte de quienes los montan y trabajan.
Las personas de caballos que saben lo que hacen, sólo dejan montar los caballos verdaderamente seguros a los jinetes noveles o con poca experiencia. Los demás, hay que trabajarlos y buscarles un jinete a medida.
No podemos confundir el bienestar de los caballos con dejar de trabajarlos y educarlos.
Tener caballos y potros, dejar a los caballos en libertad y respetar su naturaleza, rescatar caballos de malos tratos o abandono es muy bonito y admirable, pero al mismo tiempo, tenemos que conocer lo que son las bases de la equitación, y saber identificar nuestras limitaciones ecuestres, antes de lidiar con caballos inestables e inseguros.
Creo que estarás de acuerdo conmigo si decimos que la base de la equitación es la atención constante del caballo al jinete y la capacidad del jinete de comunicar con su caballo para poder formar un binomio de dos seres que colaboran uno con otro.
Esta base tiene que estar siempre presente, pie a tierra y montados, ya sea con un caballo como con cuatro. Todos tienen que tener claro que quien pone las normas mientras se comparte el espacio somos nosotros. A los más dominantes habrá que tratarlos con más firmeza, a los más líderes habrá que negociar un poco pero ganando siempre el 55% de las acciones, y a los más sometidos o asustadizos habrá que moderar nuestras actitudes hasta que estén más confiados.
Y hablando de normas, si no tienes la guia con 15 Normas de Educación Equina, puedes descargarla aquí:
Preguntemos a cualquier buen jinete (repito, bueno) de competición de salto, de doma, de equitación de trabajo o doma vaquera, qué es lo que más importante en un momento crucial como darnos un recorrido de grandes alturas, hacer ejercicios de gran dificultad técnica o cerrar las vacas por el campo…. Todos dirán que la atención del caballo hacia su jinete es lo más importante.
El que está en medio de las vacas y a su caballo de repente le da la querencia, no ha cumplido bien su misión como jinete, o aún está trabajando en ello.
El que esté haciendo recorridos a 1,50 y en medio de una combinación al caballo le da la querencia hacia otro caballo, falló como jinete y tendrá que dar unos pasos atrás en las alturas de los recorridos para corregir esa falta de atención.
El que está haciendo un trote largo en competición y el caballo de repente se va porque otro le relincha, le falla la base más importante y rápidamente tendrá que trabajar en ello.
Entonces, ¿no será igual de importante trabajar su atención constante cuando entremos en un campo con dos o más caballos, que nos pueden dar patadas, morder y pisar si no nos tienen en cuenta? ¿No es por ahí que empieza nuestra relación con el caballo? Yo pienso que sí. ¿Tu qué opinas? Las opiniones, dudas y sugerencias son siempre bienvenidas en este blog, adelante, ¡opina y deja tu mensaje o tu experiencia para que aprendamos todos!
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