Mientras vamos por el campo no siempre encontramos que el suelo esté en condiciones para trabajar al trote y al galope. Yo solía tener una yegua que era anti-pista. Llegaba a la pista y era tremendo para ponerla a trabajar. Era grande y vaga, no saltaba mal, pero era larga y necesitaba trabajar para que no fuese dura en las vueltas y las llegadas, las salidas, las combinaciones, etc. En su momento era joven, ahora tendrá 17 años y disfruta de lo que le gusta hacer, pasear, pero por entonces tenía que trabajar para su educación, tanto física como psicológica.
En el campo trabajaba bien, alegre y atenta a todo, trotaba muy bien y estaba atenta a las ayudas. En la pista era un castigo ponerla a trabajar, especialmente si antes no se daba su trotada y su calentamiento por el campo.
No tardé mucho en adoptar el sistema de educación Fuera de pistas que fui desarrollando a partir de entonces. En la pista sólo entraba para galopar un poco antes del trabajo de salto y/o recorrido. Llegó un punto de mi vida en que la yegua cambió de dueño. Cuando llegó a su destino, nunca había hecho una espalda adentro en la pista o un cambio de pie (a no ser saltando), ni una cesión a la pierna…Pero resulta que la trabajaban en la pista y hacía de todo (sin ser cambios de pie al tranco ni series de cambios que eso no se lo enseñé). Eso sí, se quejaban de que era un poco bastante vagota 🙂
Todo lo que sabía la yegua lo aprendió por el campo, nuestra rutina de trabajo incluía el campo y así la mantenía feliz, trabajada, educada y flexible. Y cuando digo campo no digo sólo pasear, digo montes, subidas y bajadas, sesiones de trote seguidas, sesiones de galope, andar por arenales, cesiones de lado a lado del camino, espaldas adentro alrededor de los pequeños pinos mansos o arbustos, paso atrás en varios terrenos, en subida, en bajada, etc.
Desde esa yegua, he tenido varios casos así y no hay caballo que esté conmigo que trabaje todos los días en la pista. Ni hablar. No me gusta tener que forzar a los caballos a hacer el trabajo en pista, y con lo que me gusta trabajar a los caballos en el plano y mejorar su rectitud, su equilibrio y flexibilidad (me gusta no, me pierde 🙂 ), odio tener que pelearme para que se muevan en pista. No es necesario porque por el campo lo hacen a gusto y sin darse cuenta y así, cuando llegan a la pista, hay muchos ejercicios que ya los saben hacer y se hacen de forma más natural. En la pista luego es todo muchísimo más fácil y trabajan mucho más a gusto porque sienten que saben hacerlo naturalmente y no como una obligación. Y…curiosamente…saltan muchísimo mejor, los aires paso, trote y galope mejoran sin tener que sentir que estamos forzando constantemente para «sacarle más las manos», «meter más los pies» y «sentarlos cada vez más para que ese piaffé salga más y mejor».
Dejo aquí un ejercicio que suelo hacer mucho con caballos que tienden a volcarse sobre las espaldas y caballos que suelen tener alguna dificultad en poner los pies de forma fluida debajo de la masa. Sobre todo en sitios donde no es posible trotar ni galopar porque el suelo no es adecuado, suelo hacer varias repeticiones conforme el carácter de cada caballo. Mejor poco y bien, que mucho y mal, desde luego.
Lo más importante en este ejercicio es intentar que el caballo vaya lo más recto posible y esencial: una vez ha dado uno o dos pasos y haya levantado realmente su peso de las espaldas, andar hacia delante a un paso fuerte recolocando su espalda hacia el medio para que no pese más sobre una espalda que sobre la otra (se consigue abriendo una u otra rienda, pero de eso se puede hablar en otro post si te parece un tema de interés). Aunque se vuelque de nuevo y haya que empezar de nuevo. Esto genera por lo menos uno o dos pasos de buena proyección hacia delante. Pocos pero buenos pasos que quedan en la memoria tanto física como psicológica del caballo.
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