¡Mi caballo no anda! Parte 2: Nuestra posición

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Tu posición no es adecuada y no te permite “hacerte leve” encima del dorso del caballo y/o coordinar correctamente tus ayudas.

El libro Cómo ganar la confianza de un caballo en 5 pasos empieza con el siguiente párrafo:

“Todo lo que implica lograr el equilibrio físico y emocional tanto del jinete como del caballo se puede considerar la base de la Equitación. Únicamente encontrando dicho equilibrio, podremos empezar a desarrollar el verdadero Arte Ecuestre”.

Para poder trabajar dicho equilibrio emocional y físico del caballo, debemos empezar antes por el nuestro, así que aquí van unas reflexiones sobre nuestra posición que debemos tener en cuenta antes de pensar en la disciplina que estamos practicando. Ya hemos visto antes que uno de los mayores errores es querer practicar una disciplina concreta a caballo sin afianzar nuestra posición. Una mala posición será “una piedra en el zapato” para el resto de nuestra vida ecuestre y una de las misiones que tenemos por aquí es ayudarte a quitarte ese incómodo si lo tienes, así que, toca reflexionar un poco:

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  • Nuestra posición debe ser leve, debemos pesar poco encima del caballo, lo que significa que debemos librarnos de un montón de ideas equivocadas que tenemos en nuestra cabeza sobre nosotros mismos que pesan un montón 🙂 y no sirven para nada, y sobre todo, debemos aprender a controlar nuestra musculatura para adaptar nuestro movimiento al del caballo. Debemos hacernos suaves en nuestro movimiento y colocarnos encima de la línea de equilibrio del caballo, así podremos trabajar y mejorar dicho equilibrio con nuestro cuerpo y ayudas.
  • Nuestra mirada debe ser activa y debe estar levantada buscando nuevos objetivos.
  • Nuestra pierna debe estar firme a la vez que flexible. Una pierna floja moviéndose sin control no es efectiva.
  • Nuestra cadera y cintura deben ser flexibles y no demasiado sueltas para que no se dejen llevar por el caballo de forma que se pierda el control sobre nuestro propio cuerpo, y no pueden ser rígidas para no bloquear el movimiento que estamos cuando pedimos ir hacia delante con nuestras piernas.
  • Nuestros abdominales (sobre todo los internos y los más próximos de la columna) deben ser firmes y flexibles hasta el punto de lograr sentir la línea de equilibrio del caballo para poder trabajar con nuestro tronco debidamente.
  • Nuestro tronco debe estar libre de tensiones, y nosotros libres de miedos, frustraciones y de rabias, parece algo gracioso pero no lo es, gran parte de nuestra rabia la transmitimos con la rigidez de nuestro tronco y brazos.
  • Nuestros hombros deben seguir la línea de flexibilidad de nuestro tronco, para poder dejar pasar el movimiento del caballo a través de nuestros brazos y al mismo tiempo deben ser independientes para que nuestra mano sea, además de independiente, suave pero activa cuando necesario.
  • La mano debe dejar pasar el movimiento cuando se lo pedimos con la pierna y debe limitar cuando el caballo pide límites. Debe dar contacto cuando el caballo lo necesita y avanzar, pero no demasiado, para no desequilibrar al caballo justo cuando éste está levantando las espaldas para ir hacia delante.

En la siguiente imagen veremos una serie de posiciones que adoptamos con frecuencia (hay más, pero lo veremos más hacia delante), que impiden que nuestras ayudas hacia delante dejen de ser eficaces. ¿Te identificas con alguna?

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Si tienes dudas sobre tu posición y crees que puede ser un obstáculo para resolver estos problemas, por favor pincha en la imagen y accede a nuestro servicio de comentar vídeos sobre la posición. Descubriremos tus errores y te daremos unas pautas de trabajo para que pongas en práctica y mejores rápidamente.

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