¡Ayuda! ¡Mi caballo muerde!

This entry is part 5 of 30 in the series ¡Ayuda!

Ignorar  o dar atención excesiva a una actitud negativa de un caballo

De nuevo tenemos el ocho o el ochenta que a mí tanto me molestan. Puedes repasarlo en el Error de trato 1.

Los primeros post de este blog están dedicados a los errores de base que cometemos en el trato con el caballo entre otros.

Ahora me gustaría desarrollar un poco algunos de los errores de base porque la teoría es muy fácil de entender, pero para aplicarlo a la práctica hace falta algo de sentido común en el momento oportuno.

Empecemos por el ocho:

Oigo mucha gente hablar de la técnica de ignorar las actitudes negativas y premiar las positivas, este es un método muy “de moda” aplicado a caballos, perros y hasta niños.

Esta teoría, puesta sin más en práctica, da los peores resultados que he visto jamás. Un simple ejemplo: el caballo que muerde. Por la razón que sea y con la intensidad que sea. ¿Cómo ponemos la dichosa teoría en práctica? He visto vídeos de gente que se alaba diciendo que ignoró un mordisco pero luego premió con una caricia un momentito en el que el caballo no mordía. Hablo de actitudes como manotazos, o patadas, o empujones, o rascarse con la cabeza,  patadas a los demás mientras están trabajando, y la lista sigue pasando por arrancar las riendas de las manos, y seguir caminando de frente cuando en realidad, queremos girar y tomar otra dirección.

Ignorando las actitudes negativas, el caballo no aprende absolutamente nada de bueno.

Es lo mismo que un hijo que le da tres patadas a su madre. ¿De verdad la madre lo tiene que ignorar? No soy psicóloga pediatra ni nada, así que voy a dejar la cuestión de los niños por aquí. Soy madre y como tal, sé muy bien lo que funciona y no funciona con mis hijos pero no tengo ninguna credibilidad ni la experiencia suficiente para enseñar nada a ninguna otra madre o padre. Dejo la pregunta al aire 🙂

Además, me parece que con un caballo se aprende mucho más rápido que con niños porque, si por ejemplo, lo ponemos en práctica con un caballo que muerde, nos damos cuenta de que si seguimos ignorando esta actitud, nos podemos quedar sin brazo en una de las veces que lo ignoremos. Digamos que el aprendizaje es casi instantáneo y con niños…bueno, si ignoran a un niño que le da patadas a su madre a los tres años, cuando llegue la adolescencia los padres se darán cuenta de que han hecho mal en ignorar siempre las actitudes negativas, pero el aprendizaje llega demasiado tarde.

Todo el que crea que hay que ignorar las actitudes negativas,  se llevará más de una sorpresa desagradable con los caballos en muy poco tiempo.

Entonces, ¿qué hay que hacer sin provocar daños ni castigos desmedidos a nuestro caballo? ¿Cómo corregimos una actitud negativa?

Como respuesta,  normalmente, viene el ochenta, que es cuando le damos una importancia tremenda a la actitud negativa del caballo. Nos ofendemos e inconscientemente lo consideramos un ataque directo hacia nuestra persona y pasamos a reaccionar en función de esa ofensa que sentimos.

La verdadera pregunta que nos tenemos que hacer es la siguiente:

¿Cómo nos sentimos en relación a esa actitud negativa del caballo?

Nuestra reacción más derrotista y el ochenta del que hablo más arriba (pero la más fácil de adoptar hoy en día) es dar mucho énfasis a esa reacción negativa. Cuando entramos en este tipo de actitud, son estas las cosas que nos pasan por la cabeza:

  • “El caballo me está intentando morder”, otra vez…
  • “El caballo sigue mordiendo y estoy harto!”
  • “Me va a morder porque eso es lo que hace siempre”
  • “Me da cosa acercarme porque me morderá”
  • “Me ha mordido de nuevo”
  • Cómo me gustaría que el caballo no me mordiese…
  • -Tu caballo muerde? – Si, cuidado.
  • Mi caballo es un pesado, siempre me hace lo mismo, muerde siempre que me acerco…

¿Reconoces esta actitud? Todos tenemos malos días y en esos días entramos en algún tipo de círculo vicioso en el que nada va bien y todo se nos cae de las manos, pero hay que entender, que con esta actitud, cualquier corrección que apliquemos al caballo, sólo empeorará las cosas. Nuestras acciones de corrección saldrán con sentimiento, con frustración, con mala gana y emoción negativa que el caballo interpretará como un claro ¡huye! aunque físicamente no le hagamos daño, provocaremos incomprensión en el animal que está bajo nuestra responsabilidad y se supone que somos nosotros que sabemos lo que hacemos. No aprenderá nada bueno y se confundirá. Además de todo esto, seguirá mordiendo, por muchas veces que lo «corrijamos».

Imaginemos por un momento que entrenamos nuestra actitud para que cuando intente morder, pensemos:

  • “Si muerdes, habrá consecuencia para esa actitud.”
  • Después de la consecuencia, seguiré cuidándote y seguiré haciendo vida normal contigo y te corregiré de nuevo si hace falta. Eso, para que lo sepas de antemano.
  • “Hasta aquí hemos llegado. No volverás a morderme porque tengo más cosas que hacer, tales como ponerte la cabezada, cepillarte y demás.
  • A mí no me muerdes. Punto.
  • –          Tu caballo muerde? – Si no se lo permites, no morderá. Si no tienes experiencia, yo me ocuparé de que no te muerda.

Si creemos firmemente en esta actitud,  la  corrección (seguro que no será desmesurada si mantienes esta tranquilidad mental) será positiva para el caballo. El caballo no puede morder y lo tiene que entender. Pero no es el fin del mundo. Es un grano de arena dentro de una playa que está al lado de una montaña…No es la montaña en sí. Si muerde hay consecuencias. Si no lo hace, seguirá siendo cepillado tranquilamente. Por instinto, el caballo optará por no morder más. Hemos sido firmes y claros con él y él lo respetará.

Si de una actitud negativa del caballo hacemos una «pelota emocional», perderemos el control y el caballo lo perderá también. Si nos encontramos en medio de una situación de estas, estaremos practicando un deporte de alto riesgo. Por otro lado, si la ignoramos, las actitudes del caballo nos controlarán a largo plazo e igualmente se volverá un deporte de alto riesgo para nosotros y los demás que traten con nuestro caballo.

Entrenemos nuestra actitud positiva, nuestros reflejos para captar las señales negativas y positivas del caballo y desechemos esa rabia que no sirve para nada más que para tener una mano durísima a caballo.

¿Te parece viable? Si alguna vez haz sentido las dos actitudes y has reaccionado conforme a ellas, no dudes en dejar tu opinión sobre la diferencia. Puedes dejar respuestas en los comentarios. No te olvides de suscribirte a los comentarios para que luego te avisemos de nuestras aportaciones (si ya tienes la guía, marca sólo el «notify me of follow up comments» y el «notify me of follow up posts». Si no tienes la guía y la quieres, marca todas las casillas.

Si quieres entender más sobre esto, te aconsejo que te bajes el libro Cómo ganar la confianza de un caballo en 5 pasos
que habla sobre el control y gestión de nuestras emociones a caballo para ganar su confianza. 🙂

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2 comentarios en “¡Ayuda! ¡Mi caballo muerde!

  1. (traducido al final del comentario)
    Moltes gràcies Lluís, els nens petits encara es regeixen molt per els instincts que amb el creixement aprenem a controlar i moltes vegades acabem per anular completament amb la raó o l´inestabilitat emocional…Si ens haguessim d´ofendre cada cop que un nen crida, ens diu que sóm lletjos, donen una patada, piquen un altre nen o mosseguen, els tornariem inestables…Però no ofendren´s no vol dir que no podem posar ordre i limits. Ho tinc comprovat amb els meus fills i penso que és per això, pero amb els cavalls funciona sempre perque no tenen capacitat de raonar. Ells no entenen que estem ofesos. La nostra ofensa per ells és una amenaça i poc més i els torna inestables i moltes vegades agressius i imprevisibles.

    Traduzco 🙂
    Lluís dice:
    Aunque ya lo había leído en el libro me gusta mucho lo que dices y la verdad es que no hay tanta diferencia entre educar a un caballo i a un niño pequeño. Veo que utilizas la palabra ´educar´en vez de ´domar. Aunque al principio me sonó raro, pero me he acostumbrado y me gusta. Besos. Lluís.

    Respuesta: El comportamiento de los niños pequeños es todavía muy influenciado por sus instintos que con el tiempo aprendemos a controlar y muchas veces hasta desaparecen del todo debido al uso de nuestra razón o por inestabilidad emocional. (Lo digo porque muchas veces nuestro instinto nos dice cosas buenas y con el tiempo también aprendemos a ignorarlas).

    Si nos tuvieramos que ofender cada vez que un niño grita, nos llaman feos, dan una patada, muerden o pegan a otro niño, les haríamos inestables. Pero no ofendernos no significa que no podamos poner orden ni límites. Lo tengo comprobado con mis hijos y pienso que es por eso, pero con los caballos funciona siempre ya que simplemente, no razonan. Ellos no entienden nuestra ofensa, para ellos nuestra ofensa es una amenaza y poco más. Los vuelve inestables, inseguros y a veces imprevisibles y agresivos.

  2. Tot i que ja ho vaig llegir en el llibre, m’agrada molt el que dius. I és que no hi ha tanta diferència entre ‘educar’ un cavall i un nen petit. Veig que fas servir habitualment la paraula ‘educar’ en comptes de ‘domar’. Tot i que al principi em va sonar extrany, però m’hi he acostumat i m’agrada.- Petons.- LLuís

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