Por mucho que queramos ser líderes, nunca seremos caballos

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Podemos ser líderes sin tener que ser caballos. Lo explico con un ejemplo: tenemos un caballo que no respeta nuestro espacio y lo llevamos de la mano. Se asusta de un plástico y nosotros, damos importancia a ese plástico (miramos al plástico, empezamos a pensar que el caballo se va a asustar,  todo nuestro lenguaje corporal indica que algo no va bien, decimos «oh, ooooohhh, bueeeenooooooo» con un ligero tembleque en la voz….). Sigue leyendo

Mi caballo se asusta en algunos sitios de la pista. Preguntas y respuestas

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Este post se lo dedico a Irene, amiga, lectora, alumna a distancia, que con sus preguntas podremos ayudar a más personas que seguro que han pasado por estos pequeños «problemas» 🙂

Irene: Monique he detectado un problema. A ver te cuento. Después del trabajo a galope, los días que va más fuerte empieza a subirse de revoluciones y empieza a ver fantasmas y a asustarse. Si le digo que se deje de tonterías con un toque de fusta, pierna…todavía se sube más y todo empieza a multiplicarse.

Hago círculos y círculos e intento que pase lo más tranquilo posible y cedo cuando veo que se relaja algo, pero en cuanto vuelve a pasar, ¡otra vez! Suele ser en sitios concretos y no siempre en los mismos.

A veces es a una mano, pasa un tiempo que va bien y lo hace de nuevo a la otra al cabo de los meses. Por ejemplo, hoy era a la mano izquierda, hace un mes y algo me lo hacía a mano derecha. Al final, después de mucha paciencia va bien, pero, unos cuantos sustos y «no paso por ahí porque no» me tengo que tragar 🙂

Vamos, que en vez de darle confianza me da la sensación de que se la quito.

Monique: Hay dos errores muy comunes que solemos cometer en estos casos:

1) cuando el caballo se nos ha asustado de algo, vamos directos a lo que le asusta mientras le ponemos presión

2) cuando se aleja o se da la vuelta, quitamos presión, dejamos que se vaya y  acariciamos porque el susto ya ha pasado…

Te explico lo que yo hago cuando me ocurre eso y te doy un ejemplo concreto que ocurrió el día anterior a una prueba de doma con un caballo con el que yo nunca había corirido y que hacía por lo menos 6 años que no competía. Fuimos a la pista de 20×60 para hacer la reprise para ver si acertaba los ejercicios en las letras.

Te pongo en contexto: Debido a algunos traumas que el caballo tiene en la pista de trabajo, suelo trabajarlo máximo tres veces por semana en pista y todo lo demás es campo, sierra, y trabajo de ejercicios en el plano pero sin ser en la pista.

Como tengo que moderar las entradas en pista, no tenemos costumbre de trabajar los ejercicios de letra a letra, simplemente trabajo la atención a las ayudas al nivel que el caballo me va dejando pedir, para aplicar cuando las necesite después en la pista.

Surgió la oportunidad de correr una prueba y la aproveché con el objetivo de relajar al caballo dentro de la pista y contribuir a que el trabajo en pista sea cada vez más agradable para él.

Ese día habían puesto el cuadrilongo desmontado al lado de una caseta de juez. Todo fue bien hasta que me tocó paso-galope en E a la izquierda y pasé por la caseta.

Había pasado ya a la otra mano, pero no a la izquierda ni al galope. Pasé, se puso tenso y se me fue asustado queriendo irse al otro lado de la pista. En otro momento quizás no me hubiese importado tanto, pero al día siguiente tenía que hacer la prueba y sé que ese caballo recuerda sus “propios sustos” como nadie, así que no pintaba nada bien para el día siguiente pues al pasar de nuevo dos veces haciendo ver que no pasaba nada, tuve el mismo resultado.

Cuando los sustos son pequeños mientras estamos trabajando por el campo o en la pista, no debemos darle importancia a cosas puntuales, pero cuando los sustos son recurrentes, hay algo que no funciona en nuestra comunicación y eso puede provocar daños a largo plazo.

Primera reacción (soy humana y no hay nada mejor que tener una prueba al día siguiente para estropear nuestra “paz interior” si algo no sale como estaba calculado ): «#@€¬#@#€¬¬#@».  Medio segundo más tarde, «nop, así se acordará del susto como algo malo«. Lo puse al trote, volví preparada, me acerqué y lo puse en círculo.

Relajé todo lo que pude en el momento de pasar (relajé al máximo la mano, dejé la pierna relajada sin ningún tipo de presión) y una vez pasé por el sitio, puse presión con la pierna dando pequeños toques con la pierna a cada paso durante todo el círculo hasta llegar cerca de la caseta y relajé del todo otra vez.

No pasó cerca, ni por la pista y se asustó apartándose un poco pero mi objetivo era sólo mantener la dirección del círculo y que entendiese: caseta-relajación, lejos de caseta-presión.

Después de pasar, otra vez presión-presión-presión durante el resto del círculo. Al pasar de nuevo, relajar-relajar.

Fueron tres o cuatro círculos para que el caballo entendiera lo que estábamos haciendo y entendió que pasar por la caseta era relax por mi parte. No hice más. Volví a pedir galope como si nada hubiese pasado y pasé por la caseta para seguir la reprise.

Se asustó, aunque ya mucho menos y volví a repetir dos círculos al trote (en el caso de este caballo le facilito el trabajo al trote porque le es más cómodo que al galope) y lo entendió de nuevo. Luego pasé al galope una vez, no se asustó, lo acaricié mucho, riendas largas por la línea central y a casa.

Esperaba que no lo hiciera al día siguiente. Aunque no estuviese el cuadrilongo desmontado allí, él podría tener la misma reacción de susto en ese lugar si le hubiese estresado yo ese día.

Según experiencia, los caballos tienen tendencia a recordar más el estrés en general ante un objeto o sitio concreto, que el objeto en sí que los asustó. Eso es lo que me dice mi intuición y en eso se basa el método que utilizo para estas situaciones.

El día de la prueba monté como si nunca hubiese pasado nada. Ni se inmutó al pasar al galope a esa mano. Se ganó una caricia al pasar por la caseta en medio de la prueba que seguramente sólo él y yo entendimos.

Y así, con cada caballo, tenemos nuestros secretos ;).

Si lo analizamos un poco más, pasé por todos los capítulos del libro para esta situación en concreto:

  1. Hago un diagnóstico de la situación emocional del caballo y del tipo de caballo que tengo entre manos: entiendo que ese caballo se acuerda de cualquier situación de estrés que yo le pueda provocar y eso le crea bloqueos muy difíciles de quitar a largo plazo, es un caballo dominante y no le gusta que le digan lo que tiene que hacer, le gusta que se lo pidan “por favor” y que de alguna forma le hagan entender qué es lo que saca él de todo el proceso.
  2. Detecto las señales que el caballo demuestra: noto la tensión y el caballo huye de algo que no es una amenaza real.
  3. Gestiono mis emociones: me enfado pero acto seguido se me pasa, consciente de que mi reacción estresa más al caballo.
  4. Disipo las tensiones: utilizo una herramienta de trabajo para disipar la tensión en el caballo.
  5. Creo costumbres: repito hasta que entiende y se forma la asociación de las ayudas concretas por parte del jinete-respuesta deseada por parte del caballo

Como no tenía más días para asegurarme de que todo iría bien,  puedo añadir humildemente un paso 6: rezo para que lo haya entendido y lo mantenga a largo plazo (😂)  y mantenemos el secreto con una caricia cuando responde de forma tranquila en el momento más crítico.

Espero que este ejemplo te ayude

Irene: Pues sí que me ayuda. Como sospechaba, estoy generando yo el estrés (para variar 🙂 ). Yo aflojo cuando ya no hace absolutamente nada pero cuando lo ha hecho y vuelvo a pasar, lo que hago es apretar en plan «hazme caso a mí y no a lo que te asusta» pero claro he visto que no funciona porque sigue con los sustos y encima se me sube de revoluciones escalando en sus reacciones y en vez de ser más flojas son más fuertes

Lo del autocontrol  lo llevo mejor, porque si tengo reacciones estresantes luego me siento culpable y no me ayuda mucho.

Monique: Hacer que te atienda no puede provocarle más estrés. El concepto está bien pero mal aplicado. Sólo es efectivo si se hace en el momento justo y sin ninguna emoción de enfado o frustración por nuestra parte.

Irene: Está claro, a mí no me funciona

Monique: Si se le llama la atención con la pierna o la fusta, debe ser hecho a modo de corrección,  justo en el momento y en determinadas situaciones, no a cada susto. Si fallas en el momento y la situación, provoca más estrés que otra cosa.

Creo que te ayudará más hacerlo de la manera que te propongo, aunque no acabes  la sesión exactamente de la forma que habías planificado para ese día y establezcas la prioridad de que aprenda  a distinguir entre  cuando pones presión y cuando relajas.

Hacerles entender eso puede tardar pero acabas comunicando de otra forma y creo que más eficaz. Pasar por el sitio, relax por tu parte, alejarse, presión por tu parte. Sólo para que entienda que ese sitio no es una amenaza.

Luego podrá asustarse en otros sitios, pero tú ya habrás desarrollado un lenguaje con él y a la larga, cuando vea algo que le haga creer que es una amenaza para él y sienta que tú te relajas de repente, es porque ahí no pasa nada y aprenderá a auto controlarse.  Es como si fuera una contraseña que utilizamos cuando él se estresa.

Irene: Pues de verás lo probaré. No es inmediato dices ¿no?

Monique: Puede tardar unas sesiones… Claro que debes buscar el equilibrio, ¡él no puede quedarse con la impresión de que solo te relajas en ese lugar y todos los demás son estresantes!  Así que ese trabajo debe ser puntual, corto pero con la intención muy clara.

No sé cuánto tarda, todo depende de ese “idioma” que creáis entre vosotros. Si lo entendéis los dos, cada vez será más rápido. Lo bueno que tiene es que aunque puede tardar un poco, funciona muy bien a largo plazo.

Irene: Bueno a ver si soy capaz

Monique: Claro que serás capaz, si no es a la primera, a la segunda, y si no a la tercera y tienes que aprender a relajarte de forma consciente fuera del caballo para que luego te sea más fácil.

Irene: ¿Relajación? ¿Qué es eso? Jaja ese es otro problema, que muchas veces llego yo un poco pasada de revoluciones y ayer era un día de esos…

Te paso un vídeo de un día que también me pasó pero creo que en ese vídeo estaba con algún exceso de energía.

(Sacamos las imágenes de arriba del vídeo que me mandó Irene sobre el que comento los errores que se cometen)

Monique: Creo que tanto en el caso que me cuentas como en el caso del vídeo, es un poco de exceso de energía, y contra el exceso poco se puede hacer: Se baja lo que sobra de energía antes y se trabaja en este sentido que te cuento para reforzar el lenguaje entre los dos.

De todas maneras, se está asustando de la cinta blanca que con el aire se mueve, a veces sí y a veces no. Es sólo para que sepas de lo que se asusta porque el objeto en sí, si no es peligroso, debemos enfocarnos en cómo hacer que se relaje cuando pasa por el objeto en cuestión sin darle importancia al objeto en sí.

Cuando el caballo está en un nivel de tensión emocional constante (sea por la razón que sea y en este caso es por exceso de comida y falta de relajación por tu parte en los momentos adecuados), siente menos nuestras ayudas y órdenes porque tiene la atención puesta en todo lo demás.

Recuerda, es un animal vulnerable para los depredadores, y cuando el cuerpo está en tensión, hay inseguridad y eso activa su instinto de huida, protección de la manada (podemos ser nosotros si estamos pie a tierra y no hemos establecido el liderazgo), o lucha (enviste de forma dominante a lo que le asusta o quien se acerque en ese momento), Todo depende un poco del tipo de caballo . 

En el fondo no es un problema, es algo natural en caballos. Cuando menos claro tienen que somos quienes ponen órdenes pero también quienes les protegemos y quienes sabemos qué hacer en situaciones de peligro manteniendo la calma, menos reacciones de estas habrá.

Irene: Bueno, pues tendré que ver como expresarme mejor, porque intento hacer de todo contra el exceso de energía: lo suelto, lo trabajo a la cuerda, controlo lo que come…

Monique: No hay nada como el trabajo diario para ese exceso y, sí, debes mejorar la forma de expresarte. Esa es la parte que tú y todos debemos cumplir para que el binomio funcione 😉

Es por esta razón que cuanto más enérgicos y sensibles de naturaleza, mejor monta y trato requieren por nuestra parte porque tienden a estar física y emocionalmente siempre alerta.

La línea entre alerta constante y tensión emocional constante es muy fina y quien la rompe, normalmente somos nosotros con nuestras reacciones impulsivas, emocionales, o fuera de tiempo.

Los caballos de competición buenos, suelen ser caballos muy atentos y a veces son muy o demasiado reactivos, no sólo a nuestras ayudas y movimientos, sino también a lo que les rodea y deben tener este tipo de lenguaje muy bien establecido con su jinete para evitar problemas. De otro modo tendremos caballos pasados de vueltas dentro o fuera de las pistas de competición.

Aprenderás mucho haciendo esto pero tienes que dejar que se cometan los errores y aprender de ellos sin sentirte culpable, que ya nos conocemos y cuando nos equivocamos nos cuesta no sentirnos culpables (y más si tienes a alguien como yo que te apuntará siempre hacia los errores jeje). Pero si no entendemos lo que hacemos mal, no avanzamos.

Y cuanto más culpable nos sentimos cada vez que cometemos un error,  más posponemos esa buena comunicación con el caballo 😉 

En esta conversación han salido un montón de Conceptos fundamentales en los que se basa la comunicación con nuestro caballo.

Si estás en el curso online «Cómo utilizar el LENGUAJE EQUINO»

¿Sabes decirme cuáles te suenan?

Si no tienes aún el curso….¿a qué esperas? Es una inversión que no puede esperar, ¡tu caballo ya te está esperando para que empieces a comunicar con él de forma que él entienda!

Hay cosas que pueden esperar, entenderte con tu caballo ¡es para ayer! Pincha en la imagen para ver toda la información del curso:

¿Qué debemos trabajar con caballos asustadizos?

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Esta publicación viene a raíz de la publicación que hemos compartido en facebook:

Este es el vídeo

El motorista tiene lo básico para ser un buen jinete: entiende a los caballos y a las personas que montan a caballo.

Aquí hablaremos un poco del trabajo de condicionamiento que podemos hacer con nuestros caballos. Es una herramienta fantástica: Condicionamos al caballo a una reacción nuestra, tal como lo podemos condicionar a la palabra «galope» para empezar a galopar, podemos  condicionarlo a nuestra relajación para que se relaje en momentos de supuesto peligro para él… ¿Habías pensado en esto alguna vez?

En el capítulo 4 del libro hablo de ello mediante un ejemplo muy claro de dos situaciones en las que el caballo se asusta de un perro y cómo las diferentes actitudes del jinete pueden despertar unas u otras reacciones en el caballo y su por qué. Si de todo el libro te llevas esa clara imagen de cómo repercutimos en la actitud de nuestros caballos, me quedo muy satisfecha porque habrás aprendido algo muy básico pero a la vez muy ignorado y muy muy importante, que te ayudará a  cambiar muchas cosas en la comunicación con tus caballos. Lo puedes adquirir aquí:

Ante una situación que le parece peligrosa al caballo (pero no supone real peligro para el caballo ni para el jinete), debemos condicionarle para que se relaje cuando el jinete se relaja. Una de las cosas que no solemos tener en cuenta, es que nuestra actitud ante los «peligros» para el caballo es la que muchas veces estropea su confianza. Con caballos perfectamente educados no, pero no solemos tener caballos perfectamente domados así que hay que ser realistas. Uno de los primeros vídeos que se grabaron en Equierrores es uno de los más vistos y realmente explica esto mismo.

Recordemos:

Claro que este trabajo de campo debe ser complementado con trabajo pie a tierra de condicionamiento, sobre todo en caballos: que son realmente asustadizos, no atienden al jinete porque no están enseñados a hacerlo, tienen algunos traumas de confianza con el humano y/o simplemente están acostumbrados a hacer lo que les da la gana (que también provoca inseguridades). Siempre vale la pena recordar que si queremos transmitir confianza a nuestros caballos cuando estemos montados, necesitamos un asiento que no nos desequilibre cuando el caballo tiene reacciones de susto además de la capacidad de dar ayudas de forma independiente las unas de las otras. Caso contrario, será un gran lío. Puedes contratar el servicio de comentar vídeos si ves que tienes problemas en este sentido:

En el caso del vídeo siguiente donde se ve la reacción del caballo con un plástico ‘antes’ y ‘después’ pasando por encima del mismo, utilizamos el plástico para que el caballo confíe en quien está al mando.

Todo tipo de trabajo, siempre que bien hecho y basado en los principios del sentido común y de la presión-relajación con la que ellos aprenden, es válido para condicionar a un caballo a responder a nuestra actitud. Se  utiliza el mismo trabajo de condicionamiento, por ejemplo en medio de una combinación difícil de saltos donde el caballo debe mantenerse firme pero relajado,  el salto del agua, ejercicios de doma como los cambios de pie, por ejemplo, donde el caballo debe permanecer atento pero relajado para atender a las órdenes del jinete, pasar un río,  estar cerca, detrás, en medio o adelantar a otros caballos dentro una carrera, o un simple pajarito que se ha movido como en el caso del vídeo anterior.

Aprovecho para decir que el caballo del vídeo anterior, al principio, si veía caballos al fondo del camino se ponía de manos y se quedaba sentado en el suelo o se caía hacia atrás, y si le pasaba una moto, coche, camión cerca haciendo ruido se daba la vuelta y se tiraba por donde fuese necesario para huir. Sigue siendo un caballo algo «preocupado» con el entorno, pero gracias a una combinación de trabajo pie a tierra y montado, se ha vuelto mucho más controlable y sobre todo mucho más atento a mis reacciones. Ya no se da la vuelta, y se agradece 🙂

El trabajo empieza por el momento en el que le enseñamos pie a tierra que tienen una función que cumplir que es el de estar tranquilos y atentos. Tenemos que condicionarlos a que sepan que pueden y deben confiar en nuestras reacciones, aunque les pongamos los límites claros sobre lo que pueden y no pueden hacer cuando están con nosotros, sobre todo a caballos difíciles y finos de carácter. Luego montarlos es muchísimo más fácil. Siempre es mejor trabajar de menos a más, es decir, de menor a mayor dificultad y no al revés, ¿verdad?

El manejo y doma de un potro debería ser precisamente éste, mucho antes de ponerle la silla a un potro.  Está más que probado que si se le hace este tipo de trabajo a un potro, montarlo es la parte más fácil. Teniendo en cuenta que muchísimos caballos no fueron empezados así, nos quedamos con una idea de qué tipo de trabajo necesitan más esos caballos que tanto se asustan de todo.

Si utilizamos las técnicas y el timing adecuado, el caballo acaba por aprender de nuestro estado de relajación. Si durante el trabajo de condicionamiento a algo que les asusta relajamos cuando pasamos cerca de algo que se asusta y presionamos cuando se apartan, acaban por entender que lo que les asusta nos provoca a nosotros relajación (si no es un peligro real) y por lo tanto ellos se relajarán. Si hay algo que les asusta y nosotros emocionalmente nos tensamos le transmitimos la idea de que hay una amenaza, podrán reaccionar con las más variadas reacciones inestables, muchas de ellas peligrosas para ellos y para nosotros.

Evidentemente, luego hay que equilibrar las cosas para que no se acaben estresando al apartarse del objeto que asusta y sólo se relajen cerca de él. En el equilibrio está el sentido común 😉

Veamos el resultado de este trabajo con Indi que parece que cada vez se iba asustando de más cosas (cuando iba con su jinete por el campo) y hubo que tomar medidas para que su jinete no acabe en el suelo. Una de ellas fue precisamente el trabajo del que hablamos:

Durante los cursos, el objetivo principal es ayudarte a entender las herramientas básicas que te doy para que mejores la comunicación con tu caballo durante el trabajo sea en la disciplina que sea y me encanta que acabes el fin de semana con cosas nuevas en que pensar y trabajar con tu caballo 😉

Aquí podrás ver una yegua que se asusta de todo lo que hay en su entorno que pasa de imprevisible a atenta y dispuesta a comunicar en muy poco tiempo con un poquito de trabajo pie a tierra.